miércoles, 10 de septiembre de 2014

Sevilla, agosto de 1534


        No es un diario de fray Luis lo que reconstruimos, sino unos mojones cronológicos que calan hasta su intimidad psicológica. De los idus de marzo, que es mojón seguro, nos iremos ahora al  3 de agosto de 1534 que también lo es; fray Luis está en Sevilla, haciendo las diligencias de rigor para irse con Betanzos a Nueva España. Los oficiales de la aduana –la Casa de Contratación- cumpliendo órdenes del Emperador, libran seis ducados por cabeza para el matalotaje de fray Domingo de Betanzos e fray Pedro Delgado e fray Luis de Granada

        Betanzos tiene licencia imperial para pasar a Nueva España treinta religiosos. No le fue difícil comprometerlos. Lo difícil es reunirlos en Sevilla, porque algunos vienen de muy lejos y casi todos han ido a despedirse de sus familiares. Según esto, entra en lo normal que fray Luis hiciese el camino a Sevilla por Granada. La plaza de Santa Cruz en San Gregorio quedó vacante, y no trardará en ocuparla fray Antonio Baffio.

        El 3 de agosto de 1534 fray Luis está en Sevilla. El 26 de septiembre los oficiales de la Casa de Contratación conciertan el pasaje con los maestres de naos a razón de 2.047 maravedís por cada misionero hasta Nueva España: Julián de Pestico llevará 13; y Antón Icardo siete.

        De los 30 reclutados, sólo han llegado 19, más fray Domingo de Betanzos, que hace el número 20. Y de los 20 religiosos contenidos en esta partida, anotan los oficiales al cabo del protocolo, los cinco de ellos, que son fray Luis de Granada, fray Alonso Osorio, fray Tomás de Santa María, fray Pedro de Barrueta e fray Vicente de Santa María no pasan por enfermedades e otros impedimentos. Allí mismo Betanzos halló sustitutos de esas bajas.

ÁLVARO HUERGA, Fray Luis de Granada, B.A.C. Madrid 1988, p. 43-44
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Útiles varios para la Expedición de Magallanes de 1520

        Entre ellos, cinco ollas grandes de cobre, cinco calderas grandes de cobre, dos hornos, candelas de sebo, pábilo, 80 linternas, 40 carretadas de leña, 40 varas de cañamazo para manteles, 94 gamellas, 100 galledas, 200 escudillas, 66 platos de palo, martillos, candados, 50 azadas y azadones, hierro en barras, 128 esteras, espuertas, serones, chinchos, 10.500 anzuelos, una fragua con su aparejo, tambores, panderos, lonas, sacos de cáñamo, sierras, 417 pipas para vino y agua, 253 botas, 129 botijas, medicinas, ungüentos, aguas destiladas, 15 libros blancos, 80 banderas.
        ¿A cuánto ascendía una expedición como la de Magallanes? A casi  nueve millones de maravedíes...Como cifra comparativa, el viaje descubridor de Colón, en 1492 había costado dos millones de maravedíes.
        Aunque una expedición se proponga simplemente cruzar el Atléntico en un viaje rutinario, y no, como Magallanes, dar la vuelta al planeta, el coste de aparejar un navío era tan elevado que, o se disponía de capital, o había que recurrir a alguien, pues la Corona no solía ser generosa.

GONZALO ZARAGOZA, Rumbo a las Indias, Biblioteca Básica de Historia, Diario El Sol, ed. Grupo Anaya, Madrid 1989, p. 18

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