sábado, 21 de marzo de 2015

Saint Pierre, martyr

     Peter, el mártir de la Orden de Predicadores, distinguido defensor de la fe, como un nativo de la ciudad deVerone.Tel un humo luz que brota resplandeciente, un lirio que se eleva zarzas, un escarlata se levantó de en medio de espinas, se convirtió en un predicador penetrante aunque deparents nacidos cegados por error: publicó un esplendor virginal de corporales y santidad espiritual, que sale de una cepa corrupto y espinas c media ' es un decir aquellos étaint de un infierno que se tardó en ser un mártir noble. De hecho, el B.Pierre era padre de infieles y herejes, y mantuvo pura de sus errores por completo.

Resultado de imagen de San Pedro Mártir alcobendas
Convento de San Pedro Mártir, de Alcobendas (Madrid)
Jacques de Voragine,  La leyenda dorada, Garnier-Flammarion, 1967, París. p. 316ss

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        Cuando la naturaleza falta, esto es, cuando la naturaleza no basta para hacer alguna obra buena, por estar debilitada por el pecado común, o cuando se pretende hacer algo a lo que la naturaleza se resiste, entonces hay que acudir a la virtud para superar con arte y cuidado -con virtud- la fuerza de la naturaleza adversa. Y esa virtud se logra por el auxilio de la gracia divina y por el esfuerzo personal. La virtud pide obreros esforzados, a los miedosos y holgazanes los echa lejos de sí. No con razón dice el Sirácida: La vigilia de la vida honesta consume las carnes, y su pensamiento ahuyenta el sueño (Si 31, 1). Esto lo suelen experimentar los que se entregan con alma y cuerpo a la vida virtuosa. Con razón, pues, los filósofos alaban la sentencia de Publio: 'la virtud odia a los perezosos'; y 'Nunca la molicie es nodriza de la virtud' (Publio, Sententiae). Con razón, pues, san Bernardo no aprueba que la esposa busque al esposo en el lecho, es decir, en las delicias y el ocio (Cf. S. BERNARDO, In Cant., sermo LXXV, 1: PL 183, 1144); y por eso: Lo busqué, no lo hallé (Cf. Ct 3, 1)). Tampoco se encuentra, como dice Job en la tierra de los que viven en holganza (Jb 28, 13). En cambio, cuando la esposa lo buscó con afán y fatiga por las plazas y calles, lo halló (Ct 3, 4).

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XLIV, F.U.E. Madrid 2004, p. 292-5
Traducción, edición y notas de Álvaro Huerga Teruelo


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