miércoles, 23 de septiembre de 2015

La conformidad con la divina voluntad

        A estos grados se añade el cuarto, que es una perfectísima conformidad con la divina voluntad en todo lo que ordenare de nosotros, dejándonos guiar, como ovejas, de su providencia pastoral por honra y por deshonra, por infamia y por buena fama, por salud o por enfermedad, por muerte o por vida, abajando humildemente y alegremente la cabeza a todo lo que El ordenare de nos, y tomando con igual corazón los azotes y los regalos, los favores y los disfavores de su mano, no mirando lo que nos da, sino quién lo da, y el amor con que lo da: pues no con menos amor azota el padre a su hijo, que le regala, cuando ve que le conviene.
        Para este grado sirve la paciencia en los trabajos y adversidades, en la cual ponen los doctores tres grados excelentes: entre los cuales el primero es llevar los trabajos con paciencia, el segundo desearlos por amor de Dios, el tercero alegrarse en ellos por esta misma causa: El primer grado se ve claramente en la paciencia del sancto Job; el segundo, en el deseo que tuvieron algunos mártires del martirio: el tercero, en el alegría que recibieron los apóstoles por haber sido merecedores de padecer injurias por el nombre de Cristo. Y este mismo tuvo el Apóstol cuando en una parte dice que se gloriaba en las tribulaciones (Rm 5, 3); en otra, que se alegraba en sus enfermedades, en angustias, en azotes, etc. por Cristo ( Rm 5, 3); en otra, donde (tratando de su prisión) pide a los filipenses que le sean compañeros en el alegría que tenía por verse preso en aquella cadena por Cristo (Cf. 2 Co 11, 30; 12, 9). Y esta misma gracia escribe él que fue dada en aquellos tiempos a los fieles de las iglesias de Macedonia, los cuales tuvieron abundantísima alegría en medio de una grande tribulación.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. II, F.U.E. Madrid 1994, p. 132

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