domingo, 9 de noviembre de 2014

Piñas, castañas, nueces, membrillos y cidros

         Pero aún más se descubre esta providencia en la guarda de otros frutos que están en mayor peligro, cuales son los de los árboles  muy altos y ventosos, de los cuales algunos nacen en la cumbre de los montes cono son los pinos cuya fruta no se lograría si el Criador no le pusiera una tan fiel guarda como es la piña, donde con tan maravilloso artificio está el fruto en sus casicas abovedadas tan bien aposentado y guardado, que toda la furia de los vientos no basta para derribarlo. También los nogales son árboles grandes y altos, y no menos lo son los castaños (que es mantenimiento de gente pobre, cuando les falta el pan), los cuales a veces están plantados en lugares montuosos, y así muy sujetos al ímpetu y frialdad de los vientos. Por lo cual los vistió y abrigó el Criador con aquel erizo que vemos por defuera, y después con dos túnicas, una más dura y otra más blanda, que viste el fruto, que son como la dura mater y pia mater que cercan y guardan los sesos de nuestro celebro. Y cuasi lo mismo podemos decir de las nueces, que también nacen bien arropadas y guardadas de las injurias de los soles y aires. 
       Y porque algunos llevan fruta notablemente grande y pesada (como son los membrillos y los cidros), proveyó el autor que las ramas o varas de que esta fruta pende, fuesen muy recias, como son las de los membrillos, con que los santos mártires eran cruelmente azotados. Y porque las cidras son aún mayores, proveyó que las ramas de que cuelgan no sólo fuesen recias y gruesas, sino que estuviesen también derechas, para que mejor pudiesen soportar la carga, porque hasta en eso se vea cómo en ninguna cosa criada se durmió ni perdió punto aquella soberana providencia y sabiduría del Criador.

Bodegón.María Robles

Fray Luis de Granada, Introducción del Símbolo de la fe, edición de José María Balcells, Cátedra, Madrid 1989 p. 246

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