miércoles, 12 de noviembre de 2014

'Vida de San Millán de la Cogolla' escrita por Gonzalo de Berceo

...
Cuntiólis otra cosa   qe ellos non soñavan
essas saetas mismas   qe los moros tiravan,
tornavan contra ellos,   en ellos se fincavan,
la fonta qe fizieron   carament' la compravan.

Ya quitarién las dueñas   qe solién demandar
tornarién las levadas   si lis diessen vagar,
Dios que tal cosa sabe   complir e aguisar,
atal señor es bueno   de servir e rogar.

Los pueblos e los príncipes,   todos lo entendieron
qe los dos cavalleros   qe del cielo vinieron,
los dos varones fueron   a qui los votos dieron,
qe antes los vengaron   qe no los recivieron.

El qe tenié la mitra   e la croça en mano,
éssi fue el apóstol   de sant Jüán ermano;
el que la cruz tenié   e el capiello plano,
éssi fue sant Millán   el varón cogollano.

No quisieron en baldi   la soldada levar,
primero la quisieron   merecer e sudar;
tales señores son   de servir e onrrar,
qe saben a la cuita   tan aína uviar.

El reï Abderraman   qe los moros mandava,
quand' vío qe el pleito   tan mal se li parava,
desamparó el juego, el pleit' en qe estava,
ca la otra partida   grandes embites dava.

Desamparó el campo   todo so vassallage,
mocho omne de precio,   e de muy buen lignage;
a malas dineradas   pagó el ostalage,
non quiso enviar   otro con el message.

Luego qe entendieron   qe era él movido,
el su mucho grand pueblo   fue luego descosido,
perdieron tod' esfuerzo   e todo so sentido,
cedieron en desarro   como pueblo vencido
...

Qui saberlo quisiere,   esto bien lo entienda,
ca assí lo leemos   e dizlo la leyenda,
en el Campo de Toro   cuntió esta fazienda,
y prisieron christianos   de moros tal emienda.

La fazienda rancada,   los moros encalçados,
tornaron a sues tiendas   los varones onrrados;
ixieron de las armas   ca eran muy cansados,
folgaron a sue guisa   alegres e pagados.

Otro día mañana,   las oras acabadas,
fizieron sos consejos   las reales mesnadas;
partieron las ganancias   qe eran muy granadas,
ovieron ración buena   las eglesias sagradas.

Adiesso qe ovieron   las ganancias partidas,
a Dios e a los santos   las gracias ofrecidas,
confirmaron las parias   qe fueron prometidas
a los dos qe fizieron   las primeras feridas.

El reï don Remiro   qe haya paraíso,
eredó al apóstol   como gelo promiso;
confirmóli los votos   como omne anviso,
non dexó en el regno   casa qe y non miso.

El cuend' Ferrán Gonçálvez   con todos sos varones,
con 'bispos e abbades,   alcaldes e sayones,
pusieron e juraron   de dar todas sazones,
a Sant Millán la casa   estos tres pipïones.

Como taja el río   qe corre por Palencia
-Carrïón es so nomne   secundo mi creencia-,
fasta'l río de Arga   yaz' en esta sentencia
de render cada casa   esta reconocencia.

Passa Estremadura   las sierras de Sogovia
hasta la otra sierra   qe dizen Araboya
dende hasta la mar   qe es allend' Vitoria
todos se subjudgaron   en dar esta memoria
...

En sant Millán vos quiero   la materia tornar,
siguir nuestra istoria,   nuestro corso guardar,
con unas pocas coplas   nuestra obra cerrar,
dezir "Tu autem Dómine", la lección acabar.

El Reï de los Cielos   al so siervo lleal,
dióli grand privilegio, un dono specïal:
quando faze grand seca,   tuerce el temporal,
todos por ganar pluya   vienen a su portal.

Quando devotamientre   van al su oradero,
e lievan el so cuerpo   do yogo de primero,
esto vid' por mis ojos   e só ende certero,
luego dona Dios pluya   e sabroso tempero
...

Muchas otras noblezas,   de precio muy mayor,
cuntecen en la casa   del santo confesor;
Dios por sue santa gracia   nos dé la sue amor,
el libro es complido   gracias al Crïador.

Gonzalvo fue so nomne   qui fizo est' tractado,
en Sant Millán de Suso   fue de niñez crïado;
natural de Verceo   ond' sant Millán fue nado,
Dios guarde la su alma   del poder del Pecado. Amén

Gonzalo de Berceo, Vida de San Millán, ed. Espasa Calpe y Gobierno de la Rioja, Madrid 1992 p. 239-249

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Vida del Cardenal D. Enrique, Arzobispo de Évora y Rey de Portugal

Al Serenísimo Príncipe Alberto

        Aunque V. A. tiene tantos ejemplos domésticos y familiares de tantos príncipes y emperadores que tan gloriosamente imperaron, en que poner los ojos, pero no dejará de alegrarse con otro más familiar ejemplo y más vecino a nuestro tiempo, que fue del Cardenal Don Enrique, hermano de la Emperatriz de gloriosa memoria, abuela de V. A. en el cual resplandecen tanto así las virtudes personales de su Alteza con las del oficio pastoral, que justamente pondrán grande admiración a quienquiera que las leyere. Y porque yo traté cuasi treinta años con su Alteza, puedo como testigo de vista dar fe de muchas de ellas: entre las cuales justamente se puede gloriar, agora que está en el cielo, de haber hecho más obras públicas en servicio de la Iglesia que todos cuantos prelados hubo en su tiempo. Porque él fundó la universidad de Évora con todos los privilegios que tienen las otras universidades. Y para lectores y estudiantes de todas las facultades de teología edificó un colegio de la Compañía de Jesús en Évora, donde hay más de ciento y cuarenta padres, y otros colegios para cincuenta teólogos con un cuento de renta. Y instituyó otras cincuenta prebendas, veinte y seis para casos de consciencia, y veinte y cuatro para artistas y teólogos. Edificó también un hospital en esa misma universidad con trescientos mil de renta, en que se curasen los estudiantes pobres. Edificó también otro colegio de los padres de la Compañía de Jesús en la ciudad de Lisboa, donde estudian mas de mil y trescientos estudiantes, y donde se leen dos liciones de casos de consciencia.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XVI, F.U.E. Madrid 1997, p. 123-4

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