domingo, 7 de junio de 2015

La sagrada Eucaristía

        Dicen que en una ciudad noble de España hay dos hospitales famosos, pensados y construidos con sensatez, uno de ellos para los enfermos que necesitan guardar cama, y el otro para los convalecientes, para que la mejoría lograda en uno se consolide en el otro con una comida delicada, y un cuidado y atención exquisitos. Algo similar parece haber hecho la sabiduría divina, que de los sacramentos destinados a diversas funciones, instituyó estos dos, para que uno se cuidara de sanar las almas enfermas y reavivar a las que estuvieran muertas; y el otro, de las ya curadas y traídas de la muerte a la vida; así, la salud y la vida logradas con la virtud de uno, se conservara con la del otro. Lo primero sucede con la confesión de los pecados, lo segundo recibiendo la sagrada Eucaristía, sin cuyo uso frecuente la vida espiritual no se conserva sin peligro.
        Por eso, hermanos, no es extraño que muchos pierdan enseguida la salud y la vida recibidas con el sacramento de la confesión, al no hacer uso del otro sacramento, con el que habrían debido conservarlas.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXXV, F.U.E. Madrid 2002, p. 270-1

Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía

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