sábado, 13 de febrero de 2016

La virtud de la prudencia

   Prudencia es saber temer y saber acometer; saber cuando es ganancia perder, y cuando es pérdida ganar. Hallar el medio entre los extremos, y no moverse a todos los vientos, es oficio de prudencia singular. No menos se requiere prudencia para acertar en los negocios, y no caer en yerros, con que muchas veces se pierde la paz en la conciencia. Necesitamos para ello: encomendar los negocios a nuestro Señor; pensar con toda atención y discreción nuestros negocios, en todas sus circunstancias; tomar consejo para lo que se ha de hacer; dar tiempo a la deliberación y madurar el consejo por algunos días; guardarse de la precipitación, pasión, obstinación en el propio parecer, y repunta de vanidad.
        
   Hay conocido peligro en ser fácil para creer, conceder, prometer, determinar, conversar livianamente con los hombres, y en la ira sobre todo. Porque escrito está que el hombre que sabe sufrir sabrá gobernar su vida con mucha prudencia (Pr 14, 7). Para alcanzar esta virtud aprovecha mucho la experiencia de los yerros pasados, y también de los acertamientos y buenos sucesos. Mas sobre todo ayuda para alcanzar esta virtud la profunda y verdadera humildad de corazón.

Aurora Llamas Inglés, La 'Guía de pecadores' de Fray Luis de Granada un libro sobre la virtud, ed. Bubok p. 145-146; Fray Luis de Granada, Obras Completas t. VI, F.U.E. Madrid 1995, p. 443-447

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