jueves, 16 de febrero de 2017

De las arañas

        Otras hay que hacen su nido debajo de la tierra, el cual emparamentan al derredor con muchas telas, unas sobre otras, para que la tierra que se podría desmoronar, no ciegue su casa y las entierre vivas. Pero otra cosa hay en ellas más para notar, y es que hacen un tapadero con que cubren la boca de este nido, que será de la hechura de un medio bodoque, y hácenlo de un poquito de tierra, vistiéndolo de tantas telas o camisas al derredor, que viene a justar con la boca de él tan perfectamente, que apenas se diferencia de la otra tierra vecina. Y lo que es de más admiración y artificio, estas camisas se prenden y continúan por una parte con las otras telas de que todo el nido está vestido. De suerte que sirve este prendedero como de un gonce, para que esté continuada la tela de esta compuerta por una parte con las de dentro.
        Pues ¿quién pudo enseñar a este animalejo a guarnecer y entapizar su casa, y ponerle sus puertas con tan gran primor, si no quien lo pudo criar?. Dirá alguno: muy menudas son esas cosas que tratáis, habiendo tomado a cargo tratar de la criación del mundo. A eso responde Arisróteles en su libro De los animales, diciendo que en los más pequeños de ellos resplandece más una semejanza de entendimiento que en los otros (Cf. ARISTÓTELES, Historia animalium, IX, 7; Opera III, París 1852 p. 178). De modo que cuanto ellos son menores y más viles, tanto más declaran la omnipotencia y sabiduría de aquel Señor que en tan pequeños cuerpezuelos, puso tan extrañas habilidades.


LA TELARAÑA DE CARLOTA

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. IX, F.U.E. Madrid 1996 p. 185


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