martes, 15 de enero de 2019

La virtud de la paciencia

       
        La paciencia[1]

        Así san Cipriano, después de haber expuesto la utilidad, la necesidad y demás alabanzas de la virtud de la paciencia, acuerda los males de la impaciencia para amplificar de este modo las perfecciones de la paciencia, que de tan grande mal nos libra. Dice, pues, así: Y para que brille más, oh carísimos hermanos, el bien de la paciencia, consideremos por el contrario los males que acarrea la impaciencia. Porque así como la paciencia es un bien propio de Cristo, así al contrario la impaciencia es un mal del diablo. Y al modo de aquél en quien habita y permanece Cristo se halla pacífico, así estará siempre impaciente aquél cuyo ánimo posee la malicia del demonio, etc. Y poco después concluye así: Y para no ser largo, refiriéndolo todo por menudo, baste decir que todo cuanto la paciencia edifica para la gloria, lo destruye la impaciencia para la ruina. Por tanto, hermanos carísimos, bien considerados los bienes de la paciencia y los males de la impaciencia, tengamos paciencia: por la cual permanecemos en Cristo, para poder llegar a Dios con Cristo. Hasta aquí Cipriano.

 

FRAY LUIS DE GRANADA, Obras Completas t. XXII, F.U.E. Madrid 1999 p. 158-159

Traducción del latín auspiciada por José Climent

 



[1] S. CIPRIANO, De bono patientiae, 19-20; PL 4, 634

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