lunes, 28 de marzo de 2011

Fray Luis de Granada y San Juan de Ribera

La ciudad de Valencia celebra este año 2011 el centenario de San Juan de Ribera, amigo de fray Luis de Granada, tal y como lo demuestra la correspondencia epistolar, que sostuvieron, y las muestras de amistad frecuentes entre ellos.

Numerosos testimonios acreditan lo que decimos.

Ramón Robres Lluch, investigador y divulgador de la obra de san Juan de Ribera, describe esta amistad en los trabajos que publicó sobre ambos escritores.

El profesor de la Universidad de Ponce, en Puerto Rico, Alvaro Huerga Teruelo incide sobre lo mismo, en su  biografía sobre fray Luis, y en diferentes artículos dedicados a los dos reformadores católicos.

El siglo XVI español es rico en personalidades extraordinarias, como estos dos personajes, uno es ya santo confirmado por la Iglesia, el otro, fray Luis, está a la espera de que su proceso, iniciado en 1988, en que fue proclamado como tal, en el Congreso Internacional celebrado en Granada, termine felizmente en Roma.

Valencia es una ciudad mediterránea con gran desarrollo económico y social a lo largo del siglo XVI. Juan de Ribera es Patriarca de Antioquía, y desde la ciudad del Turia rige, como Arzobispo y Virrey, los destinos de muchos pueblos. Su generosidad y riqueza será proverbial.

Fray Luis que vive en Lisboa, ciudad ajetreada por las conquistas al otro lado del mar, participa de las ansias misioneras de españoles y portugueses. Desde el convento de Santo Domingo y por su relación con los reyes de Portugal, se interesa por que el conocimiento del verdadero Dios llegue a los pueblos indígenas de Africa, Asia y América.

La Iglesia debe adaptarse a los nuevos tiempos, y mientras la herejía se extiende por Europa, nuevos pueblos están sedientos de la fe verdadera, una fe que los libere de ritos y cultos ancestrales, con manifestaciones en ocasiones muy crueles. Esto piensa fray Luis, y así lo comunica a los amigos, que desde cargos eclesiásticos, se dedican a impulsar la Reforma, articulada en el Concilio de Trento y en los Concilios Provinciales.

La amistad de Ribera y Granada está enraizada en una común tarea de servicio a la Iglesia, inmersos como estaban en la restauración católica, según el profesor Huerga.

Se escriben cartas, se animan en esta tarea reformadora.

Lisboa, Badajoz, Valencia son ciudades donde la actividad eclesiástica de fray Luis, y de Juan de Ribera es continua, como nos relata Ramón Robres.

En opinión de Juan de Ribera, en breve, fray Luis de Granada sería considerado santo por la Iglesia, por lo que intentó trasladar con discreción sus restos mortales de Lisboa a Valencia, incluso dejó una manda para su proceso de canonización, y también para celebrar su fiesta con solemnidad en su Colegio del Corpus Christi.

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