jueves, 2 de abril de 2015

Ricardo Alarcón Buendía, traductor de fray Luis de Granada II

        La Fundación Universitaria Española y los Dominicos de Andalucía han acometido la ardua empresa de publicar las OBRAS COMPLETAS DE FRAY LUIS DE GRANADA en una edición pulcra y magna, a la vez que crítica y completa. Abarcará un total de 51 tomos, caso quizás único en un escritor español. El crecido número de volúmenes se debe a que buena parte del legado literario de fray Luis fue escrito en Latín y los editores, teniendo ojo avizor a los signos de los tiempos y a los hados, nada propicios hoy a los idiomas clásicos, han optado por ofrecer, junto al texto latino de fray Luis, la traducción al romance. De hecho, los tomos XXII al L van a ser bilingües.
      Como es de entender, la tarea de traductor es, en este caso, ardua y larga; y exige dominio de ambos idiomas, amén de un hondo conocimiento de la cultura clásica y de la teología católica. Fray Luis es un artífice del latín renacentista y un pensador de altos vuelos místicos.
        Entre los traductores que trabajan en el tajo figura Ricardo Alacon Buendía, profesor del Instituto Jiménez de la Espada de Cartagena (Murcia), que ha puesto amor y sudor, saber y buen hacer en la versión de las Conciones de Adviento, Navidad, Epifanía y Penitencia, que fray Luis incluyó en su primus tomus concionum (Lisboa, 1975) y que ahora figura en los tomos XXIV, XXV y XXVII de las Obras Completas (Madrid 1999-2.000)
     El análisis crítico de la traducción de Ricardo Alarcón nos impresiona gratamente por dos características: la fidelidad al texto latino, que no pierde un ápice de sustancia, y las buenas andaderas castellanas que le ha puesto. Siempre las traducciones corren el riesgo de andar torpe, o el de saltarse a la torera el pensamiento genuino del principal autor. Fray Luis de Granada, que fue también un magnífico traductor (cf. 'Nota crítica' al tomo XVIII, Madrid 1998, pp. 639-641) señaló la pauta de las traducciones en un luminoso inciso de su Retórica: Hay que conservar fielmente, dice, el contenido del texto que se traduce, pero vertido con tanta propiedad y gracia que no parezca traducido del latín, sino nacido en nuestra lengua. (Obras, t. XXIII, Madrid 1999, p. 81).
        Traducción, pues, fiel, pero no pegada a la letra; esto es, traducción dinámica (Criterio que yo intenté seguir en la versión de la tesis de Juan Pablo II, La fe según San Juan de la Cruz, Madrid, BAC)
        La normativa de fray Luis sobre las traducciones de textos clásicos, griego y latín, al romance castellano coincide con lo que Cervantes pone en labios de Don Quijote, alegando el intuitivo símil de los tapices framencos "al revés" (Don Quijote, II, 62).
        Sube de punto la dificultad cuando se traducen poesías. Naturalmente, fray Luis no escribió en verso sus conciones. Mas familiarizado con los poetas desde sus días en la Alhambra, insertó, como apéndice a sus conciones, algunas poesías de autores antiguos e incluso de novicios lusos. Ricardo Alarcón, feliz ingenio sensible a los primores poéticos, ha logrado bellísimas filigranas literarias en la versión de esos poemas. Valga como botón de muestra éste:
                                               
                                Cuando los Magos lo ven,
                                      Sacan sus regalos de oriente,
                                      Y entre sus dones le ofrecen
                                      Incienso, mirra y oro regio.

                                      Reconoce las señas
                                      De tu poder y tu reino,
                                      Niño, a quien tu padre
                                      Tres condiciones asignó.

                                      Que es Dios y es rey lo revelan
                                      El oro y el olor sublime
                                      Del incienso de Saba; la mirra
                                      En polvo declara su muerte.

                                      Dichosa tú entre las ciudades
                                      La mayor, Belén, a quien tocó
                                      Engendrar, venido del cielo,
                                    Al autor de la salvación.
(Prudencio en Fray Luis de Granada, O. C. t. XXV, F.U.E. Madrid 1999; Trad. Ricardo Alarcón)

Álvaro Huerga O.P., Profesor de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico y de la Pontificia Universitá S. Tommaso de Roma.

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