miércoles, 8 de abril de 2015

En abril, aguas mil

         Del refranero español sacamos abundantes sentencias que nos ayudan a filosofar sobre los acontecimientos de nuestro entorno. Los abuelos son muy aficionados a aconsejar con los refranes, A quien madruga, Dios le ayuda, dicen; y No hay mal, que por bien no venga. El refranero español es riquísimo en lo que llamamos sabiduría popular, nacida de la experiencia. Este año parece que conviene aquel que dice: Marzo ventoso, y Abril lluvioso, hacen a Mayo florido y hermoso, o aquel otro En Abril, aguas mil, sobre los beneficios de las lluvias frecuentes.       

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        Mas los cristianos, demás de estas obras de naturaleza, tenemos las de gracia, que son más altas, y nos dan mayor conocimientos de lo que es más glorioso en Dios, que es de su bondad y misericordia, y aunque las de gracia sean más excelentes, porque tienen más alto fin, que es la santificación y deificación del hombre, pero como las obras de naturaleza sean hijas del mismo padre, y efectos de la misma causa, también nos dan conocimiento del principio de do proceden. Esto nos declaran los cuatro postreros capítulos del libro de Job (Cf. Jb 39-42), en los cuales, hablando Dios con este santo, le da conocimiento de su omnipotencia y sabiduría y providencia, representándole las maravillas de las obras que en este mundo visible tiene hechas. Para lo cual, comenzando por las partes mayores del universo, y declarando la grandeza de ellas que son cielos, tierra y mar, discurre luego por todas las otras menores, esto es, por las lluvias, nieves, heladas, vientos, truenos y relámpagos, que se engendran en la media región del aire. Después de los cual desciende a tratar de los animales de la tierra. Y de las aves del aire, de la grandeza y fortaleza de los grandes peces de la mar. Y por estas cosas en que la sabiduría y omnipotencia divina resplandesce, se da a conocer a aquel sancto varón, enseñándole a filosofar en este gran libro de las criaturas, las cuales, cada una a su manera, predican la gloria del artífice que las crió.


Fray Luis de Granada, Obras Completas t. IX, F.U.E. Madrid 1996 p. 35

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