martes, 20 de mayo de 2014

La Biblioteca de los Obispos en la exposición Huellas

   Entre los grandes acontecimientos previstos en la exposición no podían ser olvidados los que se referían al desarrollo de la cultura en el marco de esa historia. Los libros y las bibliotecas constituyen un fondo importante de investigación como consecuencia de ser estos ejemplares los que muestran, junto a los documentos, los progresos de la cultura, el afianzamiento de las mentalidades y los intereses científicos o literarios de cada momento.
     En la exposición Huellas, un importante capítulo resaltaba la importancia del conocimiento a través de la biblioteca episcopal, uno de los conjuntos más sobresalientes de los conservados en la actualidad. Seleccionados únicamente los que correspondían al siglo XVI, mostraban las inquietudes culturales, religiosas y científicas, de progresos del conocimiento o de simple curiosidad de los grandes prelados del Renacimiento. Junto a las Biblias y libros piadosos, cuya existencia parece lógica por la entidad religiosa de sus propietarios, cualquier tema de actualidad despertó el interés de los obispos, abiertos a todas las corrientes culturales contemporáneas, desde las que exponía el obispo Carranza, siempre en el límite de la ortodoxia, a las bellas traducciones del Platón realizadas por Marsilio Ficino.
     No deja de sorprender que los prelados se interesaran por los contenidos de las biografías artísticas redactadas por Giorgio Vasari o que se dejaran tentar por los nuevos planteamientos modulares que el cánon proporcional de Alberto Durero planteaba. Las obras de estos dos grandes tratadistas se encontraban entre los libros que suscitaron el interés de los obispos, demostrando que se sentían fascinados por los ecos de la cultura visual y artística del Renacimiento. Ambos libros fueron aportaciones decisivas en la historiografía europea del siglo XVI por razones distintas. La obra de Vasari porque, con el género biográfico, iniciaba una teoría artística nueva en la que se resumían los ideales de belleza de su época, los conocimientos básicos de una incipiente historia del arte y sus propias reflexiones sobre la naturaleza de las artes. Al texto en que contaba la vida de cada personaje añadió en la edición presente –precisamente la más valiosa por su rareza, la de 1568– el retrato del artista, uniendo de esta forma efigie y laudatio dentro del más puro de los estilos retóricos que consagraron tratadistas posteriores.
    Como curiosidad la foto en la que se lee, 'El Ayuntamiento y la biblioteca', hace referencia a la biblioteca del Martillo. El trabajo de Cristina Herrero Pascual, 'La biblioteca de los obispos (Murcia)' sustenta estos comentarios. El inventario efectuado en 1869 decía que constaba de 3.755 obras, 1.472 de Teología, 603 de Jurisprudencia, 222 de Ciencia y Artes, 393 de Bellas Letras, 387 de Historia y 678 de Miscelánea(Fuente: La Academia del Jardín de Murcia, y su Reyno..., en Internet).
       Según el catálogo que expone esta investigadora en la biblioteca se encuentran los siguientes libros de Fray Luis de Granada:

        * 2 Compendio de doctrina christiana, de 1595
        * 2 Conciones de praecipius sanctorum festis, de 1584
        * Sylva locorum conmunium, de 1586
        * De oratione et meditatione liber primus, 1587


                     

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