lunes, 5 de mayo de 2014

La perfecta casada

Así que, traten las duquesas y las reinas el lino, y labren la seda, y den tarea a sus damas, y pruébense con ellas en estos oficios, y pongan en estado y honra aquesta virtud; que yo me hago valiente de alcanzar del mundo que las loe, y de sus maridos, los duques y reyes, que las precien por ello y que las estimen; y aún acabaré con ellos que, en pago deste cuidado, las absuelvan de otros mil importunos y memorables trabajos con que atormentan sus cuerpos y rostros, y que las excusen y libren de leer en los libros de caballerías, y del traer el soneto y la canción en el seno, y del billete y del donaire de los recaudos, y del terrero y del sarao, y de otras cien cosas de este jaez, aunque nunca las hagan. Por manera que la buena casada, en este artículo de que vamos hablando de ser hacendosa y casera, ha de ser, o labradora, en la forma que habemos dicho, o semejante a labradora todo cuanto pudiere[1].





Por gentileza de R&A Puntos

 Echarpe realizado por M. I. Llamas

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Recomienda Fray Luis de Granada este libro de La perfecta casada a una dama, al poco de su publicación: 
Cuanto a lo que V. S. me pide, que es un tratado para mujer casada, advierto que el padre fray Luis de León escribió uno que imprimió en Salamanca (1583). Yo no estoy ya para escribir, porque me faltan las fuerzas; mas lo que puedo decir es que la regla de los casados es la misma que han de guardar los cristianos, porque muy poco más se añade a éstos; y lo principal que para las casadas se requiere es que no hagan ídolos de sus maridos y de sus hijos, porque éste es el mayor peligro que hay en las bien casadas, y principalmente en las señoras de grande estado. Y para esto deben acordarse y traer algunas veces a la memoria que maridos e hijos son hombres de carne, mortales y pasibles, sujetos a todos los accidentes, enfermedades y acaescimientos de todos los otros hombres, y que Dios tiene las llaves de la vida y de la muerte, de la salud y de las enfermedades; y reconociendo esto, los ofrezcan a Dios, y los tomen por dados de su mano por el tiempo que El fuere servido, y dándole gracias por las vidas de ellos y ofreciéndolas a Dios para que El las conserve, y aparejando los corazones para todo lo que El quisiere hacer de ellos. Este es el principal documento de las casadas; y las que esto no hacen, si algún desastre acaesce, dan con la cabeza por las paredes y hacen y dicen mil desatinos quejándose de Dios.





Fotos y Labores,cortesía de Isabel M. B.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XIX, F.U.E. Madrid 1998, p. 165; Carta a la Marquesa de Villafranca, Lisboa, 17 de octubre de 1587




[1] FRAY LUIS DE LEÓN, La perfecta casada, Col. Austral, Espasa-Calpe, Madrid 1975 p.54

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