miércoles, 19 de junio de 2013

Pinos de Alemania

         Estando de viaje por Alemania, visitamos en Berlín las Bibliotecas Nacional e Iberoamericana, donde encontramos un extenso fichero de autores religiosos españoles, entre ellos fray Luis de Granada. Como me habían encargado una conferencia sobre el autor en la CAM de mi ciudad, fotocopié varias páginas de la Introducción del Símbolo de la fe, y las guardé en mi carpeta. Paseando más tarde por el Grunewal, desde la torre situada en medio del bosque me mostraron unos pinos tan altos y rectos, que solían utilizarse para hacer mástiles de barcos. Cuando por la noche en la cantina del camping estuve repasando las fotocopias, con sorpresa, por mi parte, encontré este texto:

Vengamos a la obra del tercer día, que tiene más diferencias de cosas que considerar que el segundo, que es cuando mandó el Criador a la tierra que produjese todo genero de plantas y arboledas[1]. Pues con solo este mandamiento del Criador, sin más semillas, sin más labor, sin influencias del sol y de los planetas y estrellas, que aún no eran criadas, produjo la tierra tantas diferencias de plantas, de yerbas, de flores, de árboles, para tantos usos y provechos de la vida humana cuantos arriba declaramos, y por esto no lo repetimos en este lugar. Porque vieron los ojos de aquel Señor, a quien todo lo venidero está presente, las cosas de que nuestra vida tenía necesidad, y para todas proveyó de remedio.


Los pinos del Grunewald

Mas entre tantas especies y diferencias de árboles, que no tienen cuento ni número, uno de los que nos debía dar conocimiento de su providencia, son los grandes pinos que nacen en algunas partes, mayormente en Alemaña, tan grandes, tan largos, tan gruesos y sobre todo tan derechos, que ni con regla ni plomada pudieran salir más derechos, los cuales sirven para mástiles de navíos grandes, y galeones que navegan de Occidente a Oriente, que son cinco mil leguas de agua, por mares muy tempestuosos, de los cuales vi uno tendido en la ribera de Lisboa, de tan extraña grandeza, que me puso en admiración. Por do parece que vió el Criador que se habían de navegar estos mares tan grandes, y dende el principio del mundo, entre otras diferencias de árboles, crió también éstos tan grandes, tan derechos, tan hermosos y tan acomodados al fin para que los crió. Porque por este medio navega también la fe junto con las mercadurías hasta el cabo del mundo[2].

Torre del Grunewald en Berlín




[1] Gn 1, 11-13
[2] FRAY LUIS DE GRANADA, Obras Completas t. IX, FUE, Madrid 1996, p. 328-9; Obra Selecta, Una Suma de la Vida Cristiana, B.A.C., Madrid 1947

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