jueves, 6 de junio de 2013

La doble circulación de la sangre

La sangre arterial sale del corazón “por el tronco de una grande arteria”, la cual, según Fray Luis, se divide en dos brazos: “el uno destos brazos desciende a todos los miembros que están debajo del corazón hasta los pies, y el otro sube  a los que están sobre él hasta la cabeza”. Dicho lo cual, queda expuesto cuanto en la Introducción se refiere a lo que hoy llamamos aparato circulatorio.
Viene a continuación, dentro del orden que sigue Fray Luis, el aparato de la respiración y de la fonación. El pulmón es un órgano doble, “de substancia esponjosa y liviana (de donde le vino el nombre de livianos), para que fácilmente se pueda mover, extender y encoger”. Este miembro, “a manera de fuelle, se está siempre abriendo y cerrando”, y con su constante movimiento cumple cuatro fines distintos: refrigerar el calor del corazón, impulsar el aire productor de la voz, purgar de hollines la sangre de la vena arterial y hacer el aire inspirado apto para engendrar los espíritus vitales.
A cambio del refrigerio que el pulmón le presta, dice Fray Luis, siempre con Galeno[1], el corazón le mantiene y da de comer de su mesa real; porque sustentándose todos los otros miembros con la sangre de las venas (que es como pan casero, común a todos), éste sólo se mantiene de la sangre arterial, que se forja en el mismo corazón, que es purísima y finísima”. Quiere decir Fray Luis que el pulmón se nutre de la sangre que le lleva la arteria pulmonar; la cual sangre, tan pronto como llega al pulmón se purifica por eliminación de los “hollines” y “fumosidades” que la hacían impura. La expresión “sangre arterial” usada en el párrafo transcrito es manifiestamente exagerada, dentro de la ortodoxia galénica en que la descripción se mueve.

Pedro Laín Entralgo, La antropología en la obra de Fray Luis de Granada, C. S. I. C., Madrid 1988, p.170-171




[1] De usu partium, VI, 10

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