jueves, 3 de octubre de 2013

Carta a,¿Francisco de Borja?, un jesuita

A UN JESUITA (¿SAN FRANCISCO DE BORJA?)
Lisboa, 31 de marzo 1556

Luis MUÑOZ, Vida…, f. 187; Obras XIV, p. 435-6

            Muy reverendo Señor:
Sabe nuestro Señor con cuánta pena leí la carta de vuestra merced, porque no quisiera yo que con tanta costa nuestra creciera el provecho  de vuestras reverencias. Porque en este negocio no temo el daño de quien padece la injuria, sino de quien la hace, porque sé que el estilo de nuestro Señor es hacer dulces las aguas con sal, y alumbrar los ojos con barro, y sanar las llagas con leche de higos, y multiplicar los hijos de Israel con la persecución del Faraón, y el pueblo de los cristianos con la guerra de los tiranos. Antes la más común manera de obrar suya es usar de los medios de sus adversarios para hacer sus hechos, como usó en la venta de José, con que los hermanos querían deshacer sus sueños, para verificar sus sueños. Y así me parece que en esto ha de venir a parar esta nueva contradicción, que aunque tira a derribarlos, les ha de ser ocasión de andar más humildes, más religiosos, más ejemplares, más cautos y más devotos y, por consiguiente, más bien quistos y más bien acreditados del mundo. Y así, lo que aquel padre toma por medio para abatirlos, toma Dios por remedio para levantarlos; y más verdad es que él barbecha para vuestras reverencias, que vuestras reverencias para el Anticristo.
         Para mí tengo por cierto que Aquél de quien dice Job: qui ponit ventis pondus[1], proveyó a san Pablo de aquel estímulo de la carne para que la grandeza de las revelaciones no le ensalzase[2], así ha proveído a vuestras reverencias de este azote, para que la grandeza del aplauso y buen recibimiento del mundo no los levante. Acuérdese vuestra reverencia que los sembrados a tiempos han de menester blandura, y a tiempos helada y seca, para que con lo uno suban a lo alto y con lo otro arraiguen en lo bajo. Y lo mismo han de menester las plantas espirituales que Dios planta en su Iglesia para ser en ella glorificado: porque así como con las alabanzas, cuando no son demasiadas,  crece la virtud, así con las tribulaciones (crece) la fortaleza.
       Alégrese vuestra reverencia, que la Compañía procede por los mismos términos por donde procedió la primitiva Iglesia, y ¡ay de Roma cuando le faltare Cartago!
         Lo que a vuestra reverencia pido es que ruegue a nuestro Señor en celo de perfecta caridad que no nos azote por la culpa de uno, que éste es el mayor temor que tengo.
         Yo no tendría por inconveniente que por parte del Consejo de la Inquisición se pusiese silencio a persona que escandaliza el pueblo poniendo boca en el estado que la Iglesia tiene tan aprobado, y llamando uñas del Anticristo a los que no puede probar que sean herejes: porque tales habían de ser los que este nombre merecían.
         El libro envío a vuestra reverencia, que ha contentado mucho al Dr. Torres, y  paréceme que con razón. Así pienso hará a vuestra reverencia. Agora imprimo aquí la tercera parte del Libro de la oración, que al principio prometí, con algunas cosas añadidas. Cuando estuviere impreso, lo enviaré a vuestra reverencia. Y todavía espero los dos sermones que vuestra reverencia me escribe.
         Y porque estoy en Semana santa, con cargo de predicar tres sermones, no me alargo más en ésta, sino suplicar a nuestro señor more siempre en su ánima y le saque con muchas riquezas y prosperidad de esta nueva tribulación.
         De Lisboa, postrero de marzo de 1556.
         De vuestra reverencia, siervo en el Señor.


Fray Luis de Granada

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XIX, F.U.E. Madrid 1998, p. 30-4





[1] Jb 28, 25
[2] Cf. Co II 12, 7

No hay comentarios:

Publicar un comentario