miércoles, 15 de octubre de 2014

'La vida' de santa Teresa de Jesús

        Diráme vuestra merced que cómo dura alguna vez tantas horas el arrobamiento. Y muchas veces lo que pasa por mí es que, como dije en la oración pasada, gózase con intervalos. Muchas veces se engolfa el alma o la engolfa el Señor en sí, por mijor decir, y tiniéndola ansí un poco, quédase con sola la voluntad. Paréceme en este bullicio de estas dos potencias como el que tiene una lengüecilla de esos relojes de sol, que nunca para; mas cuando el Sol de Justicia quiere, hácelas detener. Esto digo que es poco rato, mas como fue grande el ímpetu y levantamiento de espíritu, y aunque éstas tornen a bullirse, queda engolfada la voluntad; hace, como señora del todo aquella operación en el cuerpo, porque ya las otras dos potencias bullidoras la quieren estorbar, de los enemigos los menos, no la estorben también los sentidos; y ansí hace que estén suspendidos porque lo quiere ansí el Señor; y por la mayor parte, están cerrados los ojos, aunque no queramos cerrarlos; y si abiertos alguna vez, como ya dije, no atina ni advierte lo que ve.
        Aquí es mucho menos lo que puede hacer de sí, para que cuando se tornaren las potencias a juntar no haya tanto que hacer. Por eso, a quien el Señor diere esto, no se desconsuele cuando se vea ansí atado el cuerpo muchas horas y a veces el entendimiento y memoria divertidos. Verdad es que lo ordinario es estar embebidas en alabanzas de Dios u en querer comprehender y entender lo que ha pasado por ellas; y aun para esto no están bien despiertas, sino como una persona que ha mucho dormido y soñado y aun no acaba de despertar.

SANTA TERESA DE JESÚS, La vida. Las Moradas, ed. Planeta, Barcelona 1989 p. 114

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      Ámeos yo también, Señor, pues vos solo sois el que habéis de acabar esta obra que comenzásteis, y el que habéis de dar a mi ánima su cumplida prefección. A todas las otras criaturas menores de un vez dísteis todo lo que debían recibir; mas al hombre como era de tan grande capacidad, dísteisle mucho cuando lo criásteis, y prometísteisle mucho más para delante, para que con esta necesidad anduviese como colgado de vos, y así se moviese a amaros, no sólo por lo que tenía recibido, sino mucho más por lo que esperaba de recibir.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. VII, F.U.E. Madrid 1995 p. 236

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