lunes, 18 de marzo de 2013

La revelación hecha al santo José


DE LA REVELACION DE LA VIRGINIDAD DE NUESTRA SEÑORA

         Vuelta La Virgen a su casa, como el santo Joseph la vio preñada, y no sabia de donde esto fuese, dice el Evangelista que no queriendo acusarla, se quiso ir y desampararla: hasta que el Angel de Dios le apareció en sueños, y le reveló este tan grande misterio[1].
          Acerca de lo cual primeramente considera la  grandeza del trabajo que padeceria la Virgen en este tiempo, viendo al esposo tan amado con tan grande turbación y aflicción como consigo traia: para que por aquí veas como a tiempos  desampara el Señor a los suyos, y los exercita y prueba con grandes angustias y tribulaciones para acrecentar su perfección.
         Considera tambien la paciencia y el silencio y la confianza con que la Virgen padeceria este trabajo; pues ni por eso perdio la paz de su conciencia, ni descubrió el secreto de aquel gran misterio, ni perdió a confianza de que el Señor volveria por su inocencia; sino puesta en continua oracion, descubria y encomendaba al Señor su causa.
         Piensa luego en la revelacion hecha al santo Joseph: para que por aquí entiendas cono el Señor azota y regala, mortifica y da vida, derriba hasta los abysmos y saca de ellos; y como finalmente es verdad lo que dice el Apostol: Sabe muy bien el Señor librar a los justos de la tribulacion[2].
         Aquí puedes tambien considerar qué tan grande sería el alegria de este santo varon quando hallasse inocencia en quien tanto deseaba hallarla: y qué tan grande sería el alegria de la Virgen, viendo por una parte el esposo dulcísimo despenado y vueltas sus lagrimas en alegria; y por otra considerando el socorro de la Divina providencia, y la fidelidad que el Señor mantiene con todos aquellos que fielmente esperan en él. ¿Pues qué sería ver alli con quantas lágrimas el esposo pediria perdon a la esposa de la sospecha pasada? Y con qué ojos la miraria de aí adelante? Y con quanta reverencia y acatamiento la trataria? Y qué sería ver las lagrimas de la Virgen, y alabanzas con que alabarian a Dios toda aquella noche por este gran beneficio?.


Fray Luis de Granada, Obras, t. VII, parte II, Madrid año de MDCCLXXXII, por D. Antonio de Sancha, p.414-5





[1] Matth I
[2] Reg I, II; Ierm II, II

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