jueves, 23 de enero de 2014

Dios ha dispuesto el orden climático

Además de los mensajes de perfil ecologista avant la letre que hemos abordado hasta aquí, en el Símbolo se cifran otros implícitamente, así los relativos al llamado cambio climático. Harto sabido es que la alteración del clima amenaza la salud de la Tierra, de los seres vivos, del hombre. Al respecto, es obvio que no pudo aludir Granada  a un tipo de perversiones de la climatología que afortunadamente para él y sus coeáneos no eran factibles en aquellas calendas. Pero sí ponderaba las excelencias del armónico orden del clima dispuesto por Dios, un orden beneficioso para el cuerpo humano, y por ende orden de cuya alteración se derivarían indeseables secuelas. Leámoslo en uno de los párrafos del capítulo V: Ni es para dejar de notar la orden con que estos cuatro tiempos suceden unos a otros, de que el mismo sol con su ordenado movimiento es causa. Porque como los extremos dellos sean invierno y estío, si después del invierno se siguiera luego el ardor del estío, no pudieran dejar de recibir daño los cuerpos, porque la naturaleza no sufre extremadas mudanzas. Pues por esto ordenó el Criador que de tal manera se moviese el sol, que fuese causa de entremeterse otros tiempos más templados en medio. Y así, entre el frío del invierno y el ardor del estío se entremete el verano en medio, que tiene parte de los dos extremos por ser húmido y caliente, y así pasa el hombre de un extremo al otro sin peligro. Y el mismo inconveniente se siguiera, si después del ardor del estío sucediese luego el frío del invierno. Y por eso se atraviesa de por medio el otoño, para que poco a poco se vaya el cuerpo disponiendo para los fríos del invierno[1].



José María Balcells, V Centenario del Nacimiento de Fray Luis de Granada (1504-1588), en Actas del, ed. CajaSur, Córdoba 2005, p. 103



[1] FRAY LUIS DE GRANADA, Introducción del Símbolo de la Fe. Edición de José María Balcells, Madrid: Cátedra, 1989, p.194

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