jueves, 16 de enero de 2014

San Fulgencio

Lo mismo que la ley divina resulta pesada y amarga a los sentimientos ímprobos y corruptos, así por el contrario, es la más dulce y ligera para las almas limpias. De ahí que el profeta diga de los preceptos de la ley divina: que son más deseables que el oro y que una piedra muy preciosa, y más dulces que un panal de miel (Ps 118, 11). Parecido a esto es también aquel pasaje: En el camino de tu ley me deleité como con todas las riquezas (Ps 118, 14). Igualmente aquel pasaje: ¡Cómo amo tu ley, Señor! Medito en ella todo el día (Ps 118, 97). Pues el amor por la cosa amada ocasiona el pensamiento constante en ella; y, sin duda, el pensamiento constante es una prueba de amor ardiente. Pues donde está el tesoro del amor, allí está el pensamiento del corazón. De donde san Fulgencio dice: Entiende el pensamiento por el amor, y el amor por el pensamiento constante (Sermones, 1: PL 65, 723).

Fray Luis de Granada, Obras Completas,  t. XLIX, F.U.E., Madrid 2006, p. 32-33

Transcripción, traducción y notas de José Jaime Peláez Berbell 

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