domingo, 29 de junio de 2014

Regina


     Regina es profesora de Biología en Alemania. Ha venido de visita a Cartagena acompañada de una amiga española. 
     Estudiando plantas con sus alumnos acostumbra a mostrarles unas macetas con pequeños ejemplares de ficus benjamina
     Observando los ejemplares de ficus que se encuentran en la Muralla del Mar, y en la plaza San Francisco de la ciudad levantina, se ha sorprendido del tamaño, esplendor y longevidad de los árboles que allí hay; y ha querido fotografiarse junto a ellos, para enseñar a sus alumnos la gran diversidad que existe en la naturaleza en relación con una misma planta y dentro de una misma clase.

               


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        Declaremos esto  más en particular. Mira como un árbol, para que tenga aquella hermosura y perfección que pide su naturaleza, es necesario que esté campero, como dicen, que es muy descubierto por todas partes a los aires e influencias del cielo. Porque como él se gobierne de lo alto, y de allí recibe toda su virtud, conviene que esté en tal lugar y sitio, que pueda libremente gozar de estos comunes beneficios; ca si se plantase donde no le diese aire, ni sol, ni luna, ni podría medrar, ni dar fruto alguno. Pues así has de entender que pues todo el bien que nuestras ánimas tienen procede de aquel altísimo y espiritualísimo cielo, que es Dios, necesario es que estén de tal manera desembarazadas y libres, que puedan siempre, como conviene, atentas y presentes a él: para que así, mirándole, sean miradas; y amándole, sean amadas; y llamándole, sean oídas; y tendiendo siempre los brazos de su afición a él, sean ellas también abrazadas y recibidas de él.


Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. I, F.U.E. Madrid 1994, p. 508



Fray Luis de Granada, Obras Completas, t.I, F.U.E. Madrid 1994, p. 508

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