jueves, 26 de junio de 2014

San Josemaría Escrivá de Balaguer

        El núcleo del mensaje transmitido por el fundador del Opus Dei fue, sin duda, el anuncio de la llamada universal a la santidad en el ejercicio del trabajo profesional ordinario. Treinta años antes del Concilio Vaticano II, hablando de la plenitud de la vida cristiana, formulaba con sobrenatural audacia este juicio: “Tienes obligación de santificarte. —Tú también. —¿Quién piensa que ésta es labor exclusiva de sacerdotes y religiosos? A todos, sin excepción, dijo el Señor: ‘Sed perfectos, como mi Padre Celestial es perfecto’” (Camino, n. 291). La llamada universal a la santidad en el propio trabajo no supone –lo repitió muchas veces– una disminución de las exigencias y de los horizontes que evoca, en la conciencia cristiana, el vocablo “santidad”. Al contrario, implica recordar a todos y a cada uno de los hijos e hijas de la Iglesia que a todos ellos, estén donde estén, sea cuales sean sus cualidades, les están dirigidas las palabras del Evangelio, la invitación a seguir a Cristo que deriva del Bautismo. La plenitud de vida cristiana habrá de alcanzarla, por tanto, el fiel corriente en el lugar y condición que tiene en la sociedad terrena, haciendo de su trabajo ordinario –a imitación de la vida oculta de Cristo– ocasión de santidad y de servicio a Dios y a sus hermanos.
        Ese fue el mensaje que, desde el 2 de octubre de 1928, difundió el fundador del Opus Dei y el que fue atrayendo a su alrededor un grupo de personas, pequeño en los primeros momentos, pero destinado a crecer. Mientras tanto el contexto social en que se desarrollaba la vida de san Josemaría experimentaba cambios y tensiones. La situación económica familiar siguió siendo difícil. También cambiaron sus encargos pastorales. En 1931 dejó el Patronato de Enfermos y asumió la función, primero de capellán y después, en 1934, de rector del Patronato de Santa Isabel. Allí, en la sacristía de Santa Isabel, después de una oración personal especialmente viva, puso por escrito lo que fue una de sus primeras obras: unos comentarios a los misterios del Rosario, que, con algunos retoques, fueron publicados, en 1934, con el título de Santo Rosario.Desde muy pronto (1930) recogió en algunos cuadernos conclusiones o retazos de su oración personal, con experiencias surgidas de su labor apostólica. Reuniendo algunos de esos apuntes íntimos, compuso en 1932 un colección de pensamientos o puntos de meditación a los que puso por título Consideraciones espirituales; publicados a multicopista y posteriormente (1934) a imprenta, constituyeron un apoyo eficaz para su apostolado y el de quienes le seguían. Revisados y completados con otros, esos puntos de meditación dieron lugar a una de sus obras más conocidas: Camino, que, publicada por primera vez en 1939, ha sido traducida a numerosos idiomas, alcanzado una tirada que supera los cuatro millones y medio de ejemplares .


ISTITUTO STORICO SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ - Via dei Farnesi 83 - Roma (Italia) 

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                                                                            Bondad

        De este modo, pues, este Señor por una manera maravillosa se encubrió para descubrirse, porque encubriendo la gloria de su divinidad con la capa de nuestra humanidad, dio al mundo esta tan clara noticia de su bondad y de las perfecciones suyas, porque los que no podíamos contemplar la luz inaccesible de su divinidad, pudimos verle cubierto con el velo de nuestra humanidad.       

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XI, F.U.E. Madrid 1996, p. 72

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