sábado, 7 de noviembre de 2015

La Virgen de Monserrat

        El santuario de Monserrat, lugar de encuentro y centro de irradiación, donde la presencia de la Virgen se hace especialmente sensible por la fe que conduce a los fieles hacia Jesucristo, sigue hoy con una fisonomía muy propia su larga historia de siglos, al servicio del mundo, más deseoso que nunca de espíritu y profunda hermandad.


La Virgen de Monserrat (Foto: Ruta Mariana)
M. Boix, 'Qué es Monserrat', PAM Barcelona 2003 p. 24

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        Cuando advierte este santo varón que se acerca el final de su vida, desde la cárcel envía a dos de sus discípulos al Señor para decirle: ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro? (Mt 11, 3). Ved en esta frase, dicha en griego, el empleo que se hace del artículo: ¿Tú eres aquel que ha de venir?; lo cual le da un énfasis especial, dice Teofilacto (Cf. Theophilactus, Super Mathaeum, 11, 3: PG 123, 247); es como si dijera: ¿No eres tú aquel que anunciaron los profetas, que cantaron las sibilas, y los patriarcas representaron en figuras, el deseado por todos los siglos, el único del que pendían la fe y los votos de todos los siglos? ¿Eres tú el que ha de venir para aplacar a Dios, redimir a los hombres, instaurar los tronos de los ángeles, reprimir el poder de los demonios, a que las puertas del cielo, cerradas, se vuelvan a abrir y a destruir las moradas infernales? ¿Eres tú el prometido desde el inicio del mundo, que aplastarías la cabeza de la antigua serpiente y romperías el poder y el reino del diablo? ¿Eres tú aquel doctor de vida celestial, guía al cielo, abogado de los hombres, médico y maestro, rey, sacerdote y víctima? Todo esto se nos insinúa con ese artículo griego de la frase: ¿Tú eres aquel que ha de venir o tenemos que esperar a otro?.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXIV, F.U.E. Madrid 1999, p. 196-197

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