domingo, 17 de febrero de 2013

Contemptus mundi


      De la Imitación de Cristo se han hecho en español numerosas traducciones, pero la más divulgada es, sin duda, la atribuida a fray Luis, que salió a luz en Sevilla, 1536, en los tórculos de Jacobo Cromberger, bajo el epígrafe Contemptus mundi (Menosprecio del mundo), “nuevamente romançado”; en el epílogo se reiteraba y ampliaba la muletilla, usual en los impresos de aquella época:”nuevamente romançado por muy mejor y más apacible estilo que solia estar”.
No era, a pesar del slogan publicitario, una nueva traducción en sentido pleno, sino un aggiornamiento de una precedente. El ’nuevo estilo’ o ‘nuevo romance’ es, desde luego, muy apacible y hermoso. Andando el tiempo el padre Juan Eusebio Nieremberg retocó (o embarrocó: no voy a enzarzarme en esto) la versión de 1536. Llaneza y, a su zaga, Getino, carearon las dos traducciones –la atribuida a Granada y la remodelada por Nieremberg- y condenaron a este a plagio inconfeso.
Getino cargó innecesarias varas sobre este asunto, sin percatarse que pocos años antes, en 1942, J. Tarré había puesto en tela de juicio la atribución a fray Luis del Contemptus mundi “nuevamente romançado” (Sevilla, 1536), prohijándola a san Juan de Ávila.
La hipótesis de J. Tarré fue secundada por Luis Sala, eminente y malogrado avalista. Y en 1985 F. Martín reestampó el clásico texto sevillano a nombre de san Juan de Ávila.
Los argumentos de Tarré y de Sala –F. Matín no aporta ninguno nuevo- no son perentorios o apodícticos. Ni la crítica los ha aceptado. No saldré a esta palestra a discutir la hipótesis. Insisto en lo que ya apunté en la biografía de fray Luis[1]. Hay un argumento valioso para desechar la hipótesis de Tarré, un argumento que en vano soslayan sus patrocinadores; es el testimonio o declaración del mísmísimo san Juan de Ávila, que explícitamente escribió: “yo no he puesto en orden cosa alguna para imprimir, sino una Declaración de los diez mandamientos, que cantan los niños de la doctrina[2], y este tratado de ahora: el Audi, filia"[3]...
Esa traducción, tan pulcra, fue retraducida al italiano y publicada varias veces como 'obra' de fray Luis. ¡No son curiosidades, sino hados de los libros!. NOTA CRÍTICA, del PROFESOR ÁLVARO HUERGA al tomo de Traducciones de fray Luis de Granada.




Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XVIII, F.U.E. Madrid 1998, p. 641-4




[1] Cf. A. HUERGA, Fray Luis de Granada. Una vida al servicio de la Iglesia, Madrid  B.A.C., 1988 p. 76-8
[2] JUAN DE ÁVILA, Doctrina cristiana que se canta, Valencia 1554, reed. de A. HUERGA
[3] JUAN DE ÁVILA, Libro espiritual (Audi, filia), Madrid 1574 , Prólogo

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