jueves, 11 de abril de 2013

Ascética dominicana: fray Luis de Granada


En realidad no se puede hablar de místicos dominicos, porque los más conspicuos escritores de esa Orden cultivan casi exclusivamente el aspecto ascético. Entre ellos sobresalen: el gran orador y teólogo PADRE MELCHOR CANO (1509-15609, que tradujo del toscano al español el Tratado de la victoria de sí mismo, y como teólogo ha inmortalizado su nombre con el De locis theologicis; el PADRE ALONSO DE CABRERA (1549-1595), cordobés, elocuente orador que, en sus Consideraciones sobre todos los Evangelios de la Cuaresma (Córdoba, 1601), revela un vocabulario abundante afeado por el abuso de textos latinos; y sobre todos, el más grande de los oradores sagrados de España, PADRE FRAY LUIS DE GRANADA...

Obras

            Fray Luis de Granada escribió obras en latín y en portugués, lenguas que conocía a fondo. Aquí sólo nos interesan las castellanas, que son numerosas:
            Libro de la oración y meditación (Salamanca, 1554), inspirada en otro de igual título de San Pedro de Alcántara, pero con el sello personal, inconfundible, de Granada, es un compendio de meditaciones sobre la oración, la limosna, el ayuno, las penitencias…
El Memorial de la vida cristiana (Lisboa, 1561) nos presenta una filosofía del Amor divino, con experiencias místicas. Las Adiciones (1574) completan la anterior exposición con un fino análisis de la voluntad. Las Biografías acusan la mano del autor, aunque son más bien semblanzas o simples apuntes. La Retórica (Libri sex ecclesiasticae rhetoricae) recoge la doctrina oratoria de los clásicos grecolatinos, especialmente Cicerón y Quintiliano, con lo que aspira a formar el perfecto orador cristiano.

La Guía de pecadores y el Símbolo de la Fe

            Mención aparte merecen por su categoría literaria y por la difusión que alcanzaron la Guía de pecadores y la Introducción del Símbolo de la fe.
            La Guía de pecadores (Lisboa, 1556) constituye un hermoso tratado de ascética en que se señala al alma pecadora el mejor camino hacia Dios. Se exponen los peligros del mundo, la vanidad de las glorias terrenas, los remedios para evitar cada pecado, la mortificación de los sentidos y la práctica de las obras de misericordia. El autor, en páginas brillantes exalta la grandeza de Dios y los títulos que a Él nos obligan: creación, redención y predestinación. De estilo desigual y que se resiente del tono oratorio inseparable del padre Granada, la Guía sigue siendo uno de los libros clásicos de la literatura ascética y el mejor de su autor después del Símbolo de la fe.
            La Introducción del Símbolo de la fe (Salamanca, 1583) señala la máxima altura de fray Luis de Granada como escritor y pensador cristiano. Es a la vez una Teodicea, una Teología cristiana y una Apologética. Consta de cuatro partes: primera, descripción del mundo, del hombre y tratado de la creación y de la Providencia; segunda, apologética, trata de las excelencias de la Fe, corroboradas por la historia y el martirologio cristiano; tercera, estudia el misterio de la Redención, en sus frutos y figuras, y cuarta, examina el mismo misterio a la luz de las profecías. Llama la atención el sentimiento de la naturaleza, expresado con finos toques no superados por otro escritor. Un amor infinito hacia los seres naturales –obras de Dios, al fin-, hombres, animales y plantas, lleva a Granada a ponerlos casi siempre como ejemplos en unos análisis psicológicos que revelan en el autor sensible temperamento.

Díez Echarri y Roca Franquesa, Historia de la Literatura española e Hispanoamericana ed. Aguilar, Madrid 1972, p. 300-1



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