viernes, 19 de abril de 2013

El divino Jardinero

        El divino Jardinero limpia el alma de malas yerbas, y ahuyenta los gusanos que roen las plantas y las bestias que las destruyen, según lo asegura por Ezequiel: y alejaré las bestias malas del huerto y dormirán tranquilos los que habitan en el bosque[1]. Además lo valla con la ley divina, lo amuralla con instituciones santas, lo asegura con la guarda de los ángeles, y le envía lluvia fecundante a sus debidos tiempos, y plantas, árboles que dan copioso fruto, y lo adorna con flores, y le da cultivo y labranza para que conserve siempre su amenidad y su alegría. Es obvio que todas estas gracias se han de referir no al cuerpo o a los bienes externos, sino a la hermosura del alma y su vida interior: porque la belleza y la gloria de la Esposa no reluce por fuera, sino por dentro[2].

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XXXII, F.U.E. Madrid 2001, p. 332-3

Traducción, edición y notas de Álvaro Huerga Teruelo




[1] Lv 26, 6; Ez 34
[2] Ct 4, 1 y 3

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