viernes, 19 de abril de 2013

Las cavernas del alma

          El profeta Isaías columbró lo que había de acontecer con el advenimiento de Jesús: que el infante meta la mano en la guarida del basilisco y la saque llena[1]. Nadie será tan rudo que no comprenda lo que quiere decir la Biblia en este texto. La voz infante es una metáfora, usada para significar a los que Cristo les concedió la potestad, las fieras de los pecados y los engaños camuflados de los demonios y las maldades escondidas en el hondón de las almas. Porque los sacerdotes, en sí infantes, adquieren una fuerza divina, capaz de vencer los pecados, que el profeta designa con el nombre común de fieras. Y habiendo podido obtener el mismo resultado de otra manera, eligió ésta de darle a los sacerdotes poder de perdonar los pecados mediante el sacramento de la confesión. En él los sacerdotes extraen las fieras, digo, los pecados de las cavernas del alma y los destruyen con la piedra del perdón.


Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XXXII, F.U.E. Madrid 2001, p. 206-7

Traducción, edición y notas de Álvaro Huerga Teruelo




[1] Is 11, 8

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