domingo, 21 de abril de 2013

El buen Pastor


                                                   SERMÓN 112

DOMINGO SEGUNDO DESPUÉS DE PASCUA (TERCERO DE TIEMPO PASCUAL), SERMÓN PRIMERO
EN EL QUE SE EXPLICA EL EVANGELIO DEL DÍA Y SE TRATA TAMBIÉN DEL AMOR DE CRISTO A SUS OVEJAS

TEMA: Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas; y mis ovejas me conocen a mí; como el Padre me conoce, yo conozco al Padre (Jn 10, 14-5).

1. Muy amados hermanos: la Iglesia ha estado celebrando desde el día de pascua hasta hoy los misterios de la pasión y de la resurrección del Señor con el propósito de ablandar los corazones endurecidos de los hombres y moverlos a la vida virtuosa. Pero los hombres se envuelven en sus ocupaciones y pasatiempos y se olvidan fácilmente de los beneficios divinos. Por esto la Iglesia trata de recordarles los mentados y otros nuevos. Hasta ahora los de su pasión, muerte y resurrección; ahora quiere presentarnos los de su vida pasada en la tierra con los hombres y los que continúa haciéndonos desde el cielo. El eje de esta enseñanza se centra en la imagen y parábola del buen pastor, esto es, el guardián de nuestra vida y su rector. Bajo cualquier prisma que mires a Cristo, ora viviendo, ora muriendo, ora, en fin, reinando en el cielo, siempre será para ti guía segura. El cordero de la ley vieja se comía entero[1]. El Cristo es el cordero de la Ley nueva, y nada hay en Él que no sea saludable al género humano.

2. Igualmente, en las piedras preciosas nada hay que no sea brillante: por cualquier parte que las mires resplandecen. Pues bien: estas metáforas -pastor, piedras preciosas- se aplican con fundamento a Cristo. Acertadamente la esposa del Cantar de los cantares, después de mil elogios al esposo, termina diciendo que nada hay en él que no sea hermoso y deseable[2], porque todo en Cristo enciende en los corazones el amor de las almas.
Hoy tengo que predicar de la caridad del Señor y de sus manifestaciones. Ayudadme a implorar rendidamente el auxilio divino por intercesión de la Santísima Virgen:

                                                    AVE, MARÍA

3. Yo soy el buen pastor, etc. Hermanos, a nuestro Salvador se le dan muchos nombres en la Biblia. Cada aspecto o beneficio suyo dio ocasión a que los hagiógrafos lo designasen con un nombre. Así unas veces lo llaman Rey, otras Sacerdote, otras Médico, otras Maestro, otras Fuente de la vida, otras Pan vivo, otras Luz del mundo. La razón de la variedad es distinta; el objeto el mismo. Le apellidan Rey, porque nos gobierna y nos defiende del enemigo; Sacerdote, porque con el sacrificio de su cuerpo aplacó al Padre, airado contra nosotros; Médico, porque con sus llagas curó nuestras heridas, como dice el profeta[3]; Maestro, porque en el evangelio nos enseñó claramente la doctrina celestial, que estaba en el claroscuro de la Ley vieja; Fuente de vida, porque con su muerte nos libró de la muerte a que estábamos destinados y nos verificó; Pan vivo, porque con el sacramento de su cuerpo precioso nos alimenta; Luz del mundo, porque a los que habitábamos en las tinieblas y en sombras de muerte nos iluminó con el resplandor de su luz[4], y condujo a las mentes ciegas al camino que desconocían.
Con estos y muchos otros nombres se le nombra. Ninguno, como veis, es de terror o de miedo, más bien de amor y de piedad, como el mismo Señor indicó: me he hecho semejante en manos de los profetas[5], frase que quiere decir que con éstos y otros nombres manifestó a los hombres sus entrañas de caridad y misericordia, para que a la vista de tantos benficios los hombres le pagasen con la misma moneda. Este es el significado de la voz asemejar, como en aquel pasaje de Isaías: te di un nombre glorioso, y tú no me conociste[6].
Entre los varios nombres, en el evangelio de hoy, y a lo largo de todo el capítulo décimo de San Juan, el Señor elige para sí el nombre de PASTOR, y para los fieles el de OVEJAS. Y usa copiosamente estas metáforas, exponiendo las tareas de la cura pastoral y la vida y costumbres de las ovejas. Mas no sólo en el evangelio aparece el nombre de pastor, sino también en otros libros del Antiguo Testamento. Por ejemplo, en el vaticinio del profeta Ezequiel, el Padre anuncia: pondré sobre ellas un pastor, mi siervo David; él las apacentará como buen pastor, y yo, el Señor, seré Dios para ellas, y mi siervo David el guarda en medio del rebaño[7]. Es obvio que el texto no se refiere al rey David, muerto muchos años antes, sino a Jesucristo, de la estirpe de David según la carne, destinado por Dios para mayoral de los pastores. También Isaías lo apellida pastor, refiriéndose a Él y a su misión: Él apacentará a su rebaño como pastor, Él reunirá con su brazo, él llevará en su zurrón los corderos y cuidará de las paridas[8]. El evangelio usa palabras más llanas: cargara sobre los hombros la oveja descarriada[9]. Estos textos nos presentan al pastor siempre con sus ovejas: unas veces las guarda, cayado en mano; otras las lleva al hombro, otras en el zurrón (en el seno dice la letra), otras en los brazos. Isaías usa una expresión aún más fuerte: los que sois llevados en mi vientre, y gestados en mi matriz[10]. Con toda razón, pues, pudo el Señor decir: Yo soy el buen pastor[11]. En griego se lee’ yo soy aquel pastor, aquel bueno’, precisando la índole de la cura pastoral que los antiguos profetas predijeron.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XXXII, F.U.E. Madrid 2001, p. 242-7

Traducción, edición y notas de Álvaro Huerga Teruelo





[1] Cf. Ex 12, 9
[2] Cf. Ct 5, 17
[3] Is 53, 5
[4] Sal 106, 10
[5] Is 12, 13
[6] Is 45, 4
[7] Ez 34, 23-4.
[8] Is 40, 11
[9] Cf. Lc 15, 5
[10] Is 46, 3; cf. 49, 1
[11] Jn 19, 11

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