martes, 4 de febrero de 2014

Voluntario para ir a las Indias en 1534

          El descubrimiento del Nuevo Mundo suscitó en toda España un intenso movimiento misional. Los dominicos que contaban ya con una larga tradición misionera llegan al Nuevo Mundo en 1510. Vicario de la primera expedición es un cordobés, fray Pedro de Córdoba. Un testigo de excepción, Bartolomé de ls Casas, nos cuenta la llegada de los primeros dominicos a la Española, la pobrísima instalación del convento, y el impacto que producen entre los españoles los primeros semones de los Predicadores: Pedro de Córdoba predicó un sermón alto y divino, yo se lo oí, dice Las Casas. Sin embargo admira más en él su figura venerable de gran asceta, su prudencia y su genio organizador. Como predicador le impresionó más Montesinos. Un célebre semon de Montesinos provocó una grave tensión entre colonizadores y predicadores. De su boca salió el primer grito en defensa de los indios: ¿estos no son hombres? Aquel semón programático, firmado por los cuatro miembros de la comunidad, será desde entonces la tesis y el programa de la predicación de los dominicos en América. El impacto de América y el coraje de los dominicos que van a misionar, atrapó al joven fray Luis.
         Tres años más tarde los dominicos españoles, en el Capítulo de Córdoba, erigen la nueva Provincia de Andalucía, el reino de Murcia, la Mancha con media Extremadura, y allende el Mar, las Canarias, Orán en África y, en perspectivas, las vastas regiones de la Indias recién descubiertas. A los dominicos de Andalucía se les encarga atender las necesidades surgidas de la incipiente aventura misional. En el momento de la fundación de la Provincia de Andalucía, en 1514, había ya 32 conventos[1].
            Fray Luis, hijo de la Provincia de Andalucía, nacida con clara y decidida vocación misionera, sabía que su Provincia estaba proyectada, desde el momento de su fundación, a las misiones de África y del Nuevo Mundo. Cuando el P. Betanzos, uno de los primeros misioneros dominicos de la Nueva España pasó por Valladolid reclutando voluntarios para Indias, entre los jóvenes que secundaron la invitación se encuentra Fray Luis. Renuncia a su vocación docente, de cátedra, para la que estaba bien capacitado, alistándose para ir a las Indias.
            En agosto de 1534 está en Sevilla, puerta y puerto del Nuevo Mundo, Casa de Contratación, mercado y aduana. Está haciendo las diligencias pertinentes para embarcar. Los oficiales de la Casa de la Contratación, cumpliendo órdenes del Emperador, libran 6 ducados de oro por cabeza para el matalotaje. En septiembre se concierta el pasaje a razón de 2047 maravedís por cada misonero hasta Nueva España.
          Todo estaba preparado. Pero cuando el navío está a punto de zarpar Fray Luis se queda misionero en tierra. ¿Qué había pasado? ¿Por qué ese apasionado sueño no se convierte en ralidad? En el registro en que se anota su nombre para el matalotaje y el pasaje en que aparece con el número dos de los reclutados se indica al final: De los veinte religiosos contenidos en esta partida, los cinco de ellos que son Fray Luis de Granada, Fray Alonso Osorio, etc. No pasan por enfermedades y otros impedimentos[2].


Antonio Larios Ramos, V Centenario del Nacimiento de Fray Luis de Granada (1504-1588), en Actas del, ed. CajaSur, Córdoba 2005, p. 219-220



[1] ÁLVARO HUERGA, Los dominicos en Andalucía, Sevilla 1992
[2] Archivo General de Indias (Sevilla) Contaduría leg. 467 f. 352v-353r

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