lunes, 26 de noviembre de 2012

La Anunciación: Hágase en mí según tu palabra


He aquí, dice ella, la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Siempre suele ser familiar a la divina gracia la virtud de la humildad: porque Dios resiste a los soberbios, y a los humildes da su gracia. Y por esto humildemente responde, para que así se apareje silla conveniente a la divina gracia. He aquí dice, la esclava del Señor. ¡Qué humildad ésta tan alta que no se deja vencer de las honras, ni se engrandece  con la gloria! ¡Escógela Dios por madre, y ella pónese nombre de esclava!. No es por cierto pequeña muestra de humildad en medio de tanta gloria no olvidarse de la humanidad. No es grande cosa ser humilde en las bajezas, pero muy grande y muy real ser humilde en las grandezas.
Hágase, dice, en mí, etc. Esta palabra, hágase, es palabra significativa del deseo que la Virgen tenía de este misterio: o es palabra de oración, que pide lo que le prometen: porque Dios quiere que le pidan lo que Él promete. Y por ventura por esta causa promete cosas de las que quiere dar, porque con la promesa se despierta la devoción, y así merezca la devota oración lo que Él quería dar de gracia. Todo lo sobredicho es de san Bernardo[1].
Lo último considera cómo en el punto que la Virgen dijo aquellas palabras, He aquí la esclava del Señor, hágase en mí su voluntad, en ese mismo encarnó Dios en sus entrañas, obrándolo el Espíritu Santo, a quien señaladamente se atribuye esta obra: porque fue obra de inestimable bondad y amor, que son los atributos del Espíritu Santo. Mas ¿quién podrá aquí explicar las grandezas y maravillas que en este punto fueron obradas en aquellas entrañas virginales, y quién podrá declarar los sentimientos y afectos y resplandores que sintió aquel purísimo corazón con aquella nueva entrada del Hijo y del Espíritu Santo, del Hijo para encarnar, y del Espíritu Santo para obrar este tan grande misterio, que con tan excelentes dones y acrecentamientos entraron en su alma?.
Esto quede ahora en silencio para la devota inquisición y consideración del alma religiosa.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XXI , F.U.E. Madrid 1999, p. 327
        




[1] S. BERNARDO, Super “missus est”, hom. 4, 8: PL 183, 83

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