martes, 27 de noviembre de 2012

Sermones de tiempo: Mi comida es hacer la voluntad de mi Padre


Qué cosa hay más íntima que estos nombres? ¿Qué cosa hay más sublime y de mayor unión? Habiendo muchas cosas muy dignas de atención en este lugar, lo primero que se nos declara es con cuánto deseo de la gloria del Padre se abrasaba Cristo Señor, para quien nada era más querido, nada más importante que manifestar su gloria de todos los modos. Y todos sus cuidados los tenía puestos en solo esto, de tal manera que todo el que cumpliese la voluntad del Padre era para él hermano, hermana, madre y, finalmente, cuanto en la tierra puede estimarse de mayor unión. En una palabra, que no reconocería como hermanos, ni madre o con otro nombre que haya más íntimo, sino el de aquel que se dedicase por entero a complacer al Padre. Porque esto es lo que dice: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis parientes?[1]. Como si dijera: No conozco otros hermanos ni otra madre, sino  aquellos que se dedicaron enteramente al servicio de mi Padre. Esto mismo es lo que dice en otro lugar a los discípulos que le ofrecían alimento: Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis. Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y consumar su obra[2]. Luego, en lo que se refiere a nuestra felicidad, debe notarse principalmente cuánta sea la dicha del hombre constituido en gracia, a quien el Hijo de Dios lo vincula a sí con títulos de tan estrecho parentesco que lo llama madre, hermano y hermana.



Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXVIII, F.U.E. Madrid 2000, p. 359
(Traducción de Donato González- Reviriego)




[1] Mt 12, 48
[2] Jn 4, 32 y 34

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