domingo, 20 de abril de 2014

La hermosura del campo está en mí

Mas ¿quién podrá declarar la hermosura de los campos, el olor, la suavidad y el deleite de los labradores? ¿Qué podrán nuestras palabras decir de esta hermosura? Mas tenemos testimonio de la Escritura, en la cual el santo patriarca comparó el olor de los campos fértiles con la bendición y gracia de los santos (Gén 27, 27). El olor, dijo Él, de mi hijo es como el del campo lleno.

¿Quién podrá declarar la hermosura de las violetas moradas, de los blancos lirios, de las resplandecientes rosas, y la gracia de los prados, pintados con diversos colores de flores, unas de color de oro, y otras de grana, otras entreveradas y pintadas con diversos colores, en las cuales no sabréis qué es lo que más os agrade, o el color de la flor, o la gracia de la figura, o la suavidad del olor? Apaciéntanse los ojos con este hermoso espectáculo, y la suavidad del olor, que se derrama por el aire deleita el sentido del oler.





Tal es esta gracia, que el mismo Criador la aplica a sí, diciendo: La hermosura del campo está en mí (Sal 49, 11). Porque ¿qué otro artífice fuera bastante para criar tanta variedad de cosas tan hermosas.





Campo de Cartagena (Fotos: I. Alarcón)

Fray Luis de Granada, Obra Selecta, Una Suma de la vida cristiana, B.A.C. Madrid 1947 p.113


                                          

                           "Hereditas. Legado al viento", exposición fotográfica de Javier Lorente 
                                               (La Opinión de Murcia, 21-10-2015)

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