sábado, 30 de abril de 2011

Juan Pablo II

Ante el Consejo Pontificio para la Cultura, en 1985, Juan Pablo II comentaba que la preocupación por evangelizar las culturas no es nueva en la Iglesia, que siempre se ha afanado por hacer presente el Evangelio en el corazón de las mismas.

En Puebla se destacó la función crítica de la fe con respecto a las culturas, porque denuncia y corrige la presencia del pecado en las culturas; purifica y exorcisa los desvalores, así la fe espera que progrese la cultura humana para ser mejor formulada. La inculturación de la fe cristiana en las distintas situaciones geográficas e históricas es una exigencia del Sínodo de Obispos de 1977 en Roma, y un requisito de su encarnación en el mundo.

Desde el comienzo de su historia la Iglesia procuró expresar el mensaje crisitano en los conceptos y lenguas de los diversos pueblos, y lo ilustró con el saber filosófico, con el propósito de adaptarlo al nivel del pueblo y al de los filósofos.

Este procedimiento fue subrayado por el Concilio Vaticano II afirmando que múltiples son los vínculos que existen entre el mensaje de salvación y la cultura. Dios, por medio de la revelación, desde las edades más remotas hasta su plena manifestación en el Hijo encarnado, ha hablado a su pueblo según los tipos de cultura propios de cada época. Los escritores participan en este diálogo entre la fe y la cultura, respetando las distintas épocas históricas y los avances de su tiempo. Esto es lo que hace Fray Luis, representante del Humanismo con su expresión artística denominada Renacimiento, quien en el siglo XVI, asombrará al mundo por la profundidad y belleza de su obra literaria, y por el mensaje que comunicaba: un diálogo cultural que evangelizó todo el mundo conocido.

Juan Pablo II recuerda que inculturación expresa perfectamente el misterio de la Encarnación. En la encíclica Slavorum apostoli cita a los santos Cirilo y Metodio, que evangelizaron los países eslavos:

En la obra de evangelización que ellos llevaron a cabo como pioneros en los territorios habitados por los pueblos eslavos, está contenido, al mismo tiempo, un modelo de lo que hoy lleva el nombre de 'inculturación' –encarnación del Evangelio en las culturas autóctonas– y, a la vez, la introducción de éstas en la vida de la Iglesia.

El Cardenal Ratzinger ha recordado que las culturas, son sistemas que van evolucionando a lo largo de la historia. En muchas regiones de América Latina la cuestión de la inculturación es una verdadera prioridad pastoral.

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