miércoles, 6 de abril de 2011

Sermón en la Concepción de Nuestra Señora

Fray Luis, que era muy devoto de la Virgen y de los santos, les dedica varios sermones para ser leídos por los sacerdotes con dignidad y devoción.

El sermón lo escribió fray Luis en portugués, Movido por la falta de sermones en algunas iglesias añade 13 sermones al final del Compendio de la doctrina cristiana, para iluminar al cristiano, ignorante de su propia fe. Está dedicado a una de las grandes fiestas de la Virgen, la de su Concepción; y después de escribir muchas lindezas acerca de los misterios de la misma, que sirven para conmemorar ese día, continúa diciendo:

Y hay en esto dos cosas de grande admiración. La una es compadecerse toda esta perfección en una criatura de carne y sangre como nosotros. No es maravilla que un oficial haga más delicadas obras de oro y plata que de una masa de barro, porque la masa sufre toda esta ventaja y primor. No se espantan los hombres de ver un águila volar por cima de las nubes: mas espántanse de ver trepar un hombre con dos arrobas de hierro por cima de una cuerda. Quiero decir: no es maravilla que un ángel vuele más alto y sea adornado de todo género de virtudes y perfecciones, pues es substancia espiritual, que un alma que está cercada y vestida de carne: mas que un alma encerrada en un cuerpo sujeto a tantas miserias y cercado de tantos sentidos pase de vuelo sobre todos los ángeles en perfección, y sea más pura que las estrellas del cielo, esto es cosa de grande admiración. No es maravilla que ande limpia una dama que no tiene otro oficio que andar alrededor del estrado de la reina: mas aquélla que toda su vida anduviese sirviendo en una cocina entre los tizones y ollas, y que con todo eso a cabo de cincuenta o sesenta años de servicio saliese de allí más limpia que aquélla que está en el palacio real, esto sería cosa de mayor admiración.

Pues según esto, ¿no es cosa admirable ver el alma de esta Virgen encerrada en un cuerpo cercado de tantos sentidos, y que en tantos años de vida ninguno se le desmandase en un cabello: que nunca sus ojos se desmandasen en ver, nunca sus oídos en oír, nunca su paladar en gustar; que siendo tantas veces necesario comer, y beber, y dormir, y hablar, y negociar, y salir de  casa, y conversar con las criaturas, que llevase las cosas con tanto compás, que jamás se desmandase en una palabra, ni en un pensamiento, ni en un movimiento, ni en un afecto, ni en un bocado demasiado? ¿A quién no ponen en admiración este tan grande compás, esta tan perfecta igualdad y orden, y este concierto tan perpetuo como es el de los mismos cielos y de sus movimientos?.

Lo segundo de que nos debemos espantar es de ver con cuán pocos ejercicios llegó esta Virgen a tan alta perfección. El apóstol san Pablo discurría por el mundo, predicaba a los gentiles, disputaba con los judíos, escribía epístolas, hacía milagros y otras cosas semejantes. Mas la sacratísima Virgen no entendía en estas obras, porque la condición y estado de mujer no lo consentía. Sus principales ejercicios (después del servicio y crianza de su Hijo) eran espirituales, eran obras de vida contemplativa, aunque no faltaban cuando eran necesarias, las de vida activa.

Al terminar el Compendio de la doctrina cristiana destinado a ser leido los domingos como un Catecismo, decide añadir unos sermones que estuvieran relacionados con las tres pascuas del año, y con las fiestas de Cristo y de nuestra Señora, estos sermones contendrían muchas cosas devotas, que servirían de meditación a los cristianos.

El lector también puede aprovechar estos trabajos, dejando a un lado los libros de caballería profanos, para leer este libro de la caballería celestial, y así, triunfar con el Rey celestial después de haber militado a su lado en las batallas contra el mundo.

Fray Luis de Granada Trece Sermones Lisboa 1559; Obras Completas t. XXI , F.U.E. Madrid 1999

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