lunes, 4 de abril de 2011

La caza y los perros en la Introducción del Símbolo de la fe

Fray Luis como amante y observador de los animales, anima al cristiano con estos dulces bocados tomados de la vida cotidiana, a agradecer al Creador sus dones y regalos. Describe, magistralmente, una de las actividades más frecuentadas por caballeros e hidalgos de la España del s. XVI, como vemos en los retratos y escenas de caza de nuestros pintores renacentistas.

Sirve también para el mantenimiento, no sólo de las aves de rapiña sino mucho más de los hombres, la caza. Por dónde aquel santo Patriarca quería más a su hijo Esaú que  a Jacob, porque comía de la caza que él le traía. Y así, queriendo darle su bendición, le mandó que tomase su arco y su aljaba, y fuese a cazar, y de lo que matase, le hiciese una comida al modo que el mozo sabía, para que acabando de comer le diese su bendición.

Pues para esta caza sirven grandemente muchas diferencias de perros, que el Criador para esto crió, sin que los cazadores le den por eso muchas gracias. Mas así como hay muchas diferencias de cazar, así las hay también de perros. Porque hay lebreles de hermosos cuerpos y generosos corazones, que acometen a las fieras, hay galgos no menos hermosos y ligeros, que siguen a las liebres, hay otros más viles, que toman conejos, hay mastines, que sirven para la guarda de los ganados, hay sabuesos, que con la viveza de su olor descubren las fieras, y las hallan después de heridas, hay perdigueros, que con el mismo olor hallan las perdices de tal manera que no les falta más que mostrallas con la mano, hay perros de agua, que nadando entran por las lagunas a sacar el ave que heristes, y os la traen en la mano. 

Pues todas estas especies de animales formó el Criador con estas habilidades, para ayuda del mantenimiento de los hombres, demás de las aves de rapiña, que también le sirven para esto. Porque ya que crió la caza para mantenimiento del hombre, también había de proveer de instrumentos con que la pudiese cazar.

La cita ha sido tomada de la Primera Parte. Esta Parte, que llamamos Libro de la Naturaleza, consagra al escritor como maestro de estilo, creador de la lengua castellana, que estaba en formación, y teólogo de la vida natural, plenamente renacentista. Estas escenas, recreadas admirablemente, nos transportan a la época del Padre Granada, y constituyen un documento veraz para acercarnos a los pueblos y ciudades de Andalucía, Castilla, y Portugal, que él recorrió, a pie o en cabalgadura.

Fray Luis de Granada Introducción del Símbolo de la fe, 1583 ( t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 144)

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