lunes, 4 de abril de 2011

Noticia de un pez extraordinario aparecido en Portugal

Fray Luis es un escritor siempre atento a las novedades que traen los marinos que navegan por mares lejanos, y a las curiosidades que él mismo puede conocer. Todo, lo antiguo, lo nuevo, le sirve para el mismo fin, atraer la mirada del hombre a la contemplación del mundo natural, creado por Dios para su deleite y beneficio. Todo es argumento para convencer al entendimiento, así pues este mundo maravilloso es para el hombre un libro en el que leer la existencia, y la providencia de Dios.

Mas dejado esto aparte, referiré aquí la grandeza extraña de un pece que el año de mil y quinientos y setenta y cinco, a veinte y dos días de abril, vino a la playa de Peniche, el cual echó la mar en tierra ya muerto. Fue ésta una de las cosas grandes que se vieron, porque tenía cuarenta codos de largo, y el cuero por el lomo era prieto, y por la barriga blanco, y lo largo de la cola de punta a punta era de cinco codos, y de anchura tenía quince palmos. Era tan corpulento, que de una banda a otra apenas se veían dos hombres de grande estatura. Los ojos tenía cada uno un codo de largo. Y es de notar que la cabeza tenía levantada cuatro codos en alto, y la boca no la tenía en la cabeza, como los otros peces, sino en la barriga. Los colmillos era cada uno de ocho codos. Tenía también en la boca diez y seis dientes de cada banda, y cada diente tenía medio codo en redondo, y de un diente a otro había un palmo de anchura. La figura de él quise poner aquí, la cual se trajo al rey Don Enrique que es en gloria.



En la fábrica de este pece se debe notar el artificio de la divina Providencia, porque la cabeza levantó en alto para que estuviesen los ojos en ella como en una atalaya, para ver los peces de que esta bestia se había de mantener. Y porque la distancia de la cabeza al agua era grande, proveyó que la boca estuviese en lo bajo, para estar más cerca y más a punto de pescar lo que los ojos desde su atalaya le descubriesen.

La precisión con que describe el pez, tiene más de científica que de literaria, incluso aporta el dibujo para confirmar la veracidad de su relato. ¡Cuántas narraciones, cuántos ejemplos, cuántas imágenes y comparaciones adornan su prosa!. Su contribución a la cultura española es impagable; como dice Laín Entralgo, cuando profundiza en el significado de la Primera Parte de la Introducción del Simbolo de la fe:

Fray  Luis de Granada es una de las almas españolas más luminosas del siglo XVI, y por lo tanto más iluminadoras de lo que fue nuestro instante supremo. (La Antropología en la obra de Fray Luis de Granada, C.S.I.C., Madrid 1988, p. 10)

Fray Luis de Granada Introducción del Símbolo de la fe 1583 ( t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 201)

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