martes, 26 de abril de 2011

La Resurrección, Poema de Lactancio I

A Fray Luis le place recordar este día tan gozoso con los bellísimos versos de Lactancio Firmiano, destinados a recrear a las almas:

SALVE, oh día de fiesta, digno de veneración por toda la eternidad,
en el que Dios vence al infierno, y domina los astros.
Las horas brillan adornadas con flores alegres,
y el firmamento aparece más luminoso.
El curso del cielo conduce más alto al sol, arrojador de fuego,
que sale errante del Océano, y en las aguas acaba.
Recorriendo radiante los mares,
en esta breve noche despliega el día en el mundo.
La región del éter ofrece un aspecto límpido y sereno,
y las brillantes estrellas muestran su alegría.
La tierra feraz produce sus dones con diversos cultivos.
Cuando el año goza de buena primavera, recoge cosecha abundante.
Las delicadas violetas visten de púrpura el campo,
los prados se cubren de verdor, la vegetación luce exuberante.
Poco a poco brota la policromía resplandeciente de las flores.
Todas las praderas ríen ya floridas.
Una copiosa mies brota de la simiente escondida en la arada,
que promete poder saciar el hambre del labrador.
La palmera destila su alegría de la corteza del tronco solitario,
la vid produce agua ahora, de donde dará vino.
La yema túrgida que sale de una suave pelusilla de la corteza
del tronco del árbol, prepara el seno para dar su fruto.
El bosque, que durante el invierno ha rehusado la cabellera
de las hojas, renueva ya la frondosidad de sus copas.
La abeja, fabricadora del panal de miel, a partir de ahora, 
alejándose de la colmena y zumbando sobre las flores,
arrebata la miel con sus artejos.
Las aves vuelven al canto de nuevo, pues mostrándose a éste
más reacias, permanecieron mudas en el frío invierno.
A partir de ahora, el ruiseñor adapta los registros musicales
a sus flautas pastoriles, y se hace más dulce que el aura
con el eco de su melodía.
He aquí que la gracia del mundo que renace atestigua
que todos los dones han vuelto con su Señor;
pues a Cristo triunfante de los tristes infiernos,
en todas partes le aplauden: el bosque con sus hojas,
las praderas con sus flores.
Venciendo las leyes del infierno, la luz, el cielo, los campos
y el mar alaben debidamente a Dios.
He aquí que el Dios que había sido crucificado reina en todo,
y todas las criaturas suplican al Creador.
La movilidad del año y de los meses, la luz pura de los días, 
el esplendor de las horas y todo lo ruidoso aplaude.
De ahí que la selva te aplaude con su follaje,
y también el campo con sus espigas.
De ahí que en el ramaje resuena ahora para ti el gorjeo de las aves,
y en medio de ellas canta el gorrión con excesivo amor.
¡Oh Cristo, salud de los seres! ¡Oh buen Creador y Redentor!,
Hijo único del Padre divino, que procedes del corazón del padre
de manera inefable, Verbo subsistente y poderoso en boca del Padre.
Igual, concorde, socio, coeterno con el Padre.
Por este Príncipe tuvo comienzo el mundo.
Tú suspendes el aire, juntas los campos, llenas de agua los mares, 
y los vivientes terrestres mantienen su vigor bajo tu Providencia.
Tú viendo que el género humano estaba sumergido en el abismo,
para salvar al hombre, te hiciste hombre también.
Y no sólo quisiste nacer de nuestro cuerpo,
sino de una carne que sufrió nacer y morir...
Suelta las sombras, encadenadas de la cárcel del infierno, 
y lleva hacia arriba cuanto cae en el abismo.
Devuelve tu rostro, para que los siglos vean la luz:
Haz volver el día, que de nosotros huye cuando mueres Tú.
Pero regresando llenaste, ciertamente el cielo, oh piadoso vencedor...



Con este poema se inicia el Tercer tomo de los Sermones de Tiempo que contiene los que se predican desde el Domingo de Resurrección hasta la festividad del Sacratísimo Corpus Christi. Dedica el libro al Cardenal Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán, a quien describe afectuosamente como un alma desarraigada de las cosas terrenas, que se entrega por entero al amor de Dios, viviendo, militando y obedeciendo sólo a Él. A pesar de la lejanía no ha dejado de admirarle, reza siempre por él y piensa que dedicarle este libro es el mejor testimonio de la veneración que le tiene.

                                                                *****
POEMA EN LATÍN

SALVE, festa dies toto venerabili aevo, 
qua Deus infernum vicit, et astra tenet.
Tempora florigero rutilant distincta sereno, 
et maiori poli lumine porta patet.
Altius igni uomum solem coeli orbita ducit,
que vagus Oceanas exit, et intrat aquas
Armatus radii, elementa liuentia lustrans,
hac in nocte brevi tendit in orbe diem.
Splendida sincero producunt aethera vultu, 
laetitiamque suamsidera clara probant.
Terra ferax vario fundit munuscula cultu, 
cum bene vernarit, reddit et annus opes.
Mollia purpureum pingunt violaria campum,
prata virent herbis et micat herba comis.
Paulatim subeunt stellantia lumina florum,
floribus arrident gramina cuncta suis.
Semina deposito late seges exilit arvis,
spondeus agricolae vincere posse famem.
Caudice deserto lachrymat sua gaudia palmes:
unde merum tribuat dat modo vitis aquam.
Cortice de matris tenera lanugine surgens,
praeparat ad partum turgida gemma sinum.
Subque hyemis tempus foliorum crine refuso,
iam reparat viridans frondea texta nemus.
Constructura favos apis hinc alvearia linquens, 
floribus instrepitans poplite mella rapit.
Ad cantus revocatur avis, quae carmine clauso 
pigrior, hyberno frigore muta fuit.
Hinc philomela suis atemperat organa cannis,
fitque repercusso dulcior aura melo.
Ecce renascentis testatur gratia mundi,
omnia cum domino dona redisse suo.
Namque triumphanti post tristia tartara Christo, 
undique fronde nemus, gramina flore favent.
Legibus inferni oppressis, super astra meantem
laudent rite Deum lux, polus, arva, fretum.
Qui cricifixus erat, Deus ecce per omnia regnat.
Dantque creatori cuncta creata precem.
Mobilitas anni, mensum, lux alma dierum,
horarum splendor, stridula cuncta favent.
Hinc tibi sylva comis, plaudir quoque campus aristis:
hinc grates tacito palmite vitis agit.
Hinc tibi nunc avium resonant virgulta susutto,
has inter nimio passer amore canit.
Christe, salus rerum, bone Conditor atque Redemptor, 
unica progenies ex deitate patris:
irrecitabiliter manans de corde parentis,
Verbum subsistens et Patris ore potens.
Aequalis, concors, socius, cum Patre coaevux.
Quo sumpsit, mundus principe principium.
Aethera suspendis, sola congeris, aequora fundis,
quaequae locis habitant, quae moderata vigent.
Qui genus humanum cernens mersum esse profundo,
ut hominem eriperes, es quoque factus homo.
Nec nostro tantum voluisti e corpore nasci,
sed caro quae nasci pertulit atque mori,
funeris exequias patris novus autor et orbis, 
intra mortis iter dando salutis opem...
Solve catenatas inferni carceris umbras,
et revoca sursum quicquid ad ima ruit
Redde tuam faciem, videat ut secula lumen;
Redde diem, qui nos te moriente fugit.
Sed plane implesti remeans pie victor Olympum...


Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXXII, F U E, Madrid 2001 p. 18-23

Traducción de Donato González-Reviriego

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