viernes, 31 de mayo de 2013

Milagro del Santísimo Sacramento de Frómista

      Otro milagro no menos ilustre ni menos cierto y averiguado se escribe muy por extenso en la segunda parte de la Historia pontifical, en el capítulo XIV, folio 85[1]. La suma de él referiré aquí. En Castilla, en la villa de Frómista, del obispado de Palencia, acaeció que un hombre llamado Pero Fernández debía ciertos dineros a otro, sin haber medio para poderlos cobrar de él, hasta que le obligó a ello con una sentencia de excomunión, por la cual fue forzado a pagarle. Y pareciéndole que con esto cumplía, no trató de pedir absolución de la censura. Llegó este hombre a punto de muerte, y trájole el cura el santo sacramento acompañado con mucha gente. Y hechas las preguntas ordinarias, queriendo administrarle el santo sacramento que traía en una patena de plata, por ninguna vía ni diligencia lo pudo despegar de ella. Y espantado de esto así él como toda la gente que presente estaba, mandó salir a todos fuera, y pensando que podría ser esto por algún pecado que le quedase por confesar, y preguntándole esto, supo  de él que ninguna culpa había dejado de confesar. Congojado, pues, así el doliente como el cura con esta perplejidad, vino a preguntarle si había incurrido en alguna excomunión, de que no estuviese absuelto. Entonces el doliente se acordó de la negligencia pasada, y absuelto de ella fue comulgado con otra forma, quedando aquella guardada para memoria de este milagro. El cual dura hoy día, y el santo sacramento está en la misma patena sin alguna corrupción, como si ahora se acabase de consagrar. Es visitado este santísimo misterio de muchas gentes. Y yo, dice el historiador Illescas, aunque indignísimo, he tenido en mis manos la patena con grandísima admiración de ver que a cabo de ciento veinte años están las especies del pan sin alguna corrupción.
En lo cual entrevienen dos milagros: el uno, en estar así pegada la forma a la patena, y el otro sirve para la confusión de los herejes, que ambas cosas niegan. Los cuales no sé cómo no se confundirán, visto un milagro tan palpable y tan notorio como éste, que ellos podrán ver con los ojos, si quisieren.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. X, F.U.E. Madrid 1996, p. 283-4



[1] Cf. GONZALO DE ILLESCAS, Historia pontifical, Salamanca, 1573, ff. 85v-86r

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