jueves, 3 de enero de 2013

Los Magos preparan sus regalos


Turbado Herodes con este anuncio, reúne a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas y les pregunta dónde había de nacer el Mesías. Ellos le dicen: en Belén de Judá…los Magos, después de oír al rey, se fueron[1]. ¿No es asombroso que unos extranjeros vayan a adorar a un rey extraño, y que los hijos de Israel, a los que las promesas celestiales, los anhelos de los santos padres, y tantos oráculos de los profetas los apremiaban a buscar al rey nacido entre ellos, ni se muevan a buscarlo?. A los Magos además sólo una estrella los había traído desde tan lejos.
¿Qué alteración es esta?, dice san Máximo, ¿qué mudanza?: Habla el profeta a los judíos, y nadie le oye; y entre los gentiles, una estrella calla, y los convence. Estaba escrito: ‘vieron lo que no se les había contado, y comprendieron lo que no habían oído'[2]. Se hizo entre gentiles y judíos como un certamen a favor y contra la fe: Caldea salta de júbilo porque ha nacido Cristo, mientras, toda Jerusalén y sus gobernantes se atormenta. Los judíos lo persiguen, los Magos lo adoran. Herodes afila su espada, los Magos preparan sus regalos[3]

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XXV, F.U.E. Madrid 2000, p. 290-3

Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía


[1] R I, 10, 27
[2] Is 52, 15
[3] S. MÁXIMO, Homilia XXVIII: PL 57, 288

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